miércoles, 26 de mayo de 2010

Los Consejos Obreros y la economía en una sociedad autogestionaria

Buscando libros sobre uno de mis pensadores favoritos, Cornelius Castoriadis, defensor y teorizador de una sociedad democrática radical, tanto en el terreno político como en el económico, y uno de los pocos intelectuales de lo que yo llamo , no se si acertadamente, izquierda "subterránea", aquella a la que sigo y en la que me formé, constituida por grupos o individualidades críticas e independientes de los sistemas de dominación capitalistas y comunistas, con sus respectivas oligarquías, conseguí hacerme con un texto suyo, escrito con otro nombre, Paul Cardan, publicado en España en 1976(el texto original es sin embargo de 1957), en una pequeñita editorial. El libro, Los Consejos Obreros y la economía en una sociedad autogestionaria contiene las bases, algunas de ellas desfasadas y erróneas en mi opinión, de un concepto de socialismo y democracia que surgió, fugaz y velozmente en escasas ocasiones, para luego disolverse sin dejar rastro. Inspirado en los hechos de la revolución húngara de 1956, donde surgieron y se expandieron muy rápidamente por todo el país, iniciando un proceso de coordinación, los Consejos obreros, hasta ser destruidos por los tanques rusos. El texto elabora una teoría de como debería desarrollarse una sociedad socialista autogestionaria, como deberían ser sus estructuras, sus instituciones. Para el Castoriadis de la época, son los Consejos de trabajadores, partiendo de las fábricas y centros laborales, los que debían estructurar la nueva sociedad. Los Consejos de trabajadores son elegidos y revocados sus miembros , si se da el caso, por la Asamblea General de fábrica , campesina o de profesionales,que es la que aprueba, enmienda o rechaza las decisiones del Consejo evitando a su vez que los Consejeros se conviertan en políticos profesionales abandonando sus trabajos permanentemente. Estos Consejos de trabajadores, se federarían entre ellos, estableciendo una asamblea central de delegados. Para el autor, el verdadero socialismo, fiel a sus inicios, es aquel que lucha para acabar con la división entre dirigentes y ejecutantes, la que impulsa la gestión obrera de la vida laboral y económica, frente a la que impulsa el control de autoridades externas, de gerentes que imponen normas y obligaciones exteriores a los propios trabajadores. En este punto es evidente que el centro de la explotación en las sociedades modernas, en el capitalismo privado  y en el socialismo de Estado, está en la división entre quienes mandan y ejecutan, y que nunca habrá un verdadero socialismo si no se ataca ese problema, es decir si la sociedad no es capaz de dirigir su destino por si misma, incluyendo el dominio sobre el trabajo, el desarrollo de la creatividad, así como la creación de instituciones que pueda comprender y controlar. Para eso es también muy importante una sociedad informada, pues para elegir, la gente debe estar informada y conocer los problemas y las posibles soluciones, incluyendo el terreno económico, tema vedado a la mayoría de la gente. Por eso un sistema autogestionario, de Consejos, debería hacer asequible y entendible los problemas de la gestión económica. Otros aspectos interesantes que desarrolla el libro, es la igualdad salarial, el desarrollo de Consejos en la Administración Pública, convirtiendo la administración estatal, en una especie de empresa autogestionada. La trasformación de la tecnología, para que esta no se convierta en un instrumento al servicio de la opresión de los trabajadores, la abolición del ejército permanente...También habla de la necesidad de establecer Consejos no laborales, sino geográficos, debido a las distancias a veces muy grandes entre la zona de trabajo y la de la vivienda. Y es aquí donde encontramos algunas de las debilidades del sistema de Consejos obreros. En el texto, el autor, se centra casi exclusivamente en los trabajadores fabriles, el desarrollo social y económico, ha reducido mucho este estrato social, por tanto los obreros fabriles, ya no pueden ser base de una democracia libertaria de Consejos, que por otra parte no deja de tener cierta tendencia autoritaria, pues, ¿que sucede con las amas de casa, parados, estudiantes, jubilados, incapacitados?, ¿No podrían participar en la vida política, serían ciudadanos de tercera, sin derechos? . En este punto Castoriadis, evolucionaría más adelante, llegando incluso a hablar de sociedad autónoma, en vez de socialismo, término que en un texto recogido en su obra La exigencia revolucionaria(Acuarela libros), consideraría incorrecto y ya inservible, por su identificación con socialdemocracia o bolchevismo. De cualquier manera, siempre apoyaría una sociedad autogobernada, tanto política como laboralmente, pues como podemos observar ,aunque hoy por hoy haya desaparecido la conciencia de clase, casi toda la población es asalariada, por mucho que el capitalismo haya triunfado en el sentido de hacer creer a la mayoría de los trabajadores, que somos clase media, como si eso nos alejara de la explotación, de acabar en el paro, de ser máquinas de recambio de los patronos o jerarcas que dirigen nuestras vidas.
Volviendo al texto, junto a la dificultad de hoy en día de poder desarrollar un sistema de Consejos,que tendría que ser doble, uno laboral(político-económico) y otro social o geográfico(político no económico por decirlo de alguna manera) para que todo ciudadano que quisiera pudiera participar, más allá de si trabaja o no, está la enorme debilidad de este tipo de socialismo libertario. Los Consejos fueron creaciones fácilmente destruidas desde fuera, y conquistadas desde dentro por elementos autoritarios. Es decir, tal tipo de democracia, no ha podido nunca desarrollarse frente al acoso de los partidos, o mejor dicho del Partido único, más hábil en el terreno político. No sabremos nunca que hubiera sido, como se habría desenvuelto un sistema de Consejos, hasta que punto habría abierto camino a una nueva sociedad de individuos y trabajadores dueños de su vida, o habría fracasado estrepitosamente. Pero , puesto que la historia es cíclica, y aunque ahora habitemos una época de conformismo generalizado y aparentemente más duro que el granito, cuando vuelvan épocas de rebeldía, algo de las ideas reflejadas en este u otros textos podrían servir de aviso, de sendero, para no hundirse eternamente en el fango de nuevas opresiones, nuevas tiranías como la comunista.

lunes, 10 de mayo de 2010

Hawkins y los extraterrestres malvados

Hace poco tiempo hemos tenido noticias de unas curiosas declaraciones del famoso físico y astrofísico Stephen Hawkins en relación a los hipotéticos extraterrestres. En su opinión, y según su cerebro racional y matemático, lo más probable es que exista vida inteligente en algunos planetas. Pero posteriormente ha sostenido que debemos evitar mandar información de nuestra existencia al espacio, pues no sabemos como actuarían estos visitantes de otros planetas, es decir que no debemos pensar que serían seres bondadosos. Argumenta en defensa de sus ideas, con lógica, que los encuentros de civilizaciones más "desarrolladas", con otras menos "avanzadas"en nuestro planeta, no suelen favorecer a los pueblos considerados "salvajes", que desaparecen o acaban encarcelados en reservas, con su número muy disminuido.
Con respecto a la creencia en la existencia de seres inteligentes en otros mundos, comparto la opinión de Hawkins, de que es muy probable que existan, independientemente de la forma física que tengan, o del medio en que se desenvuelvan(¿porqué tenemos que imaginarlos bípedos y terrestres?), aunque el egocentrismo humano se resista a abandonar la creencia en que somos el centro del Universo, seres únicos y geniales. En cuanto a la posibilidad de desplazarse por el espacio, esto es lo más peliagudo. Con nuestra tecnología y conocimientos actuales, no es posible. Pero es verdad que algunos científicos sostienen la posibilidad de que, al menos teóricamente se pueda viajar en el tiempo. Y quizá esa sea la forma de viajar en el espacio. Pero más allá de elementos de ciencia ficción, convendría, porque no, plantear la hipótesis inversa. Evidentemente de existir alguna civilización extraterrestre, esta puede actuar como conquistadores, invasores y destructores, como lo somos nosotros con nuestros propios semejantes. Pero,¿estamos seguros de que nosotros no atacaríamos, de que no seríamos los agresores?. Hace tiempo, no recuerdo el medio, leí que en un estudio que se hizo, preguntada la gente sobre que haría si una civilización extraterrestre contactara, un porcentaje relativamente alto, respondía que se suicidaría. Es decir, dominados por el miedo, un no despreciable porcentaje de población(no recuerdo la cifra, pero creo que andaba entorno a un 5%), acabaría con su vida. Por tanto, y siguiendo con la lógica, ¿no llevaría el pánico a muchos humanos a considerar que los supuestos extraterrestres pretenden esclavizarnos, comernos o liquidarnos?. Por tanto no debería extrañar que tarde o temprano, algunos humanos agredieran a los visitantes, y corriera la sangre. También convendría ponerse en el lugar de un visitante de otro planeta. Conociendo nuestra historia, nuestro atraso, nuestra brutalidad, nuestros sistemas sociopolíticos y económicos basados en el dominio y la explotación, en ser piezas de recambio, mercancía, carne de cañón de los superiores jerárquicos(y peleando entre iguales por salvar el pellejo, o sea el trabajo), ¿no estarían estos muy asustados también, como nosotros ante el acercamiento a una colonia de caníbales?. ¿No se lo pensarían mucho antes de contactar con nosotros, pensando que en cualquier momento se les podría atacar?. Es decir, creo que ante un supuesto caso de encuentro de civilizaciones, cabría pensar seriamente quienes serían los malvados. Si los extraterrestres, o, muy posiblemente, los humanos. Me inclino por la segunda opción.