viernes, 2 de septiembre de 2011

La sociedad del bienestar inmaterial y la libertad

Una de las características de las sociedades modernas es su culto al bienestar, entendido como bienestar material, lo que arrastra tras de si el desarrollo de la sociedad de consumo y una mentalidad individual y social centrada en los derechos, el pedir a instancias superiores y el servilismo, frente al esfuerzo, la libertad, y los deberes y cargas autoimpuestas. Aparte de este tipo de características, tales concepciones materialistas de la vida incluyen considerar centrales en nuestra existencia una idea de felicidad superficial, basada en una mezcla de hedonismo y rechazo al dolor, frente a lo que pensamos debería ser una concepción más elevada y profunda de la felicidad, que sería el vivir lo más cerca posible de los dictados de la conciencia personal, de los ideales y principios morales, siendo consciente de lo difícil que es de realizar, pero sabiendo que ese esfuerzo es la clave para una verdadera felicidad, siempre relativa y pasajera.
Pero la sociedad del culto al bienestar material como elemento central implica más elementos negativos, y es el reforzamiento del Estado y el capitalismo. Esto es evidente por el mero hecho de que una sociedad basada en los valores de la producción y el consumo, necesita de organizaciones autoritarias, jerarquizadas, que garanticen el desarrollo económico hasta el infinito, para poder entrar en la espiral de tener más y más, lo cual queda reforzado por la anteriormente citada mentalidad de pedir, de recibir, frente a luchar y conquistar la libertad.
También este tipo de sistema bienestarista, aparte de crear colectividades de escasa calidad humana, de escaso nivel de reflexión independiente, de inexistencia de innovación en el pensamiento político, o en la creación de arte que emocione por la bajeza de los objetivos vitales de nuestra sociedad,lo  que hace muy difícil que surja arte digno de tal nombre, contiene una trampa mortal. Y esa trampa no es más que la fragilidad de ese bienestar . Al ser un bienestar que depende de tener un trabajo, su pérdida sume a la gente en la pobreza, y en la destrucción psíquica y física. Al no existir sociedades basadas en el apoyo mutuo, la cooperación y el no abandono de los miembros de la comunidad en apuros, todo se fía a unas instancias superiores , como el Estado, que justifica su dominio y sujeción sobre las comunidades humanas,aportando algunos subsidios que tarde o temprano finalizan. Por tanto la sociedad del bienestar material, o el llamado Estado de bienestar, ofrece un bienestarismo que pende de un hilo.
Nosotros, sin embargo, apostamos por otro tipo de opción, quizá arriesgada y difícil. Y esa opción consiste en tener como central, o al menos al mismo nivel, lo que podríamos calificar de bienestar inmaterial. Es decir, consideramos que una sociedad basada en valores políticos, económicos y morales sólidos y realmente alternativos, centrados en un sistema de organización autogestionario, autogobernado, basado en la empatía, los bienes comunales, la responsabilidad, el trabajo libre, el esfuerzo, la participación, la igualdad política , la búsqueda de la verdad y la no manipulación de las mentes con los aparatos de propaganda conseguirá crear una sociedad donde se mantendrá un bienestar material más profundo sin necesidad de centrarse en él, por la sencilla razón de que tal sociedad no será una sociedad basada en la atomización, el sálvese quién pueda, el individualismo, la propiedad privada concentrada o estatal, la aceptación de la opresión, el espíritu de pedigüeños, la pasividad o resignación. Los individuos estarían unidos por lazos más sólidos, por lo que las necesidades básicas serían mejor cubiertas.
Por lo tanto pensamos que una sociedad centrada en el bienestar inmaterial se acercaría más a una sociedad libre, por cuánto tendría menor necesidad de ser dominada y también a  un bienestar material menos frágil, dentro de una potenciación de la frugalidad, de rechazo a colocar la producción y el consumo en el centro, al conformar una colectividad más solidaria.
Para terminar, señalar dos aspectos. El primero, que tal concepto de sociedad, implicaría una ruptura con las fuerzas políticas y sindicales de la izquierda dominante, pues éstas no son más que un brazo del sistema estatal y capitalista centrado en el consumo, el culto al dinero, el economicismo, las luchas meramente basadas en el tener  material; lo que en realidad refuerza el sistema imperante, aunque no quiera verse por parte de las citadas fuerzas y los intelectuales que las apoyan.
Y en segundo lugar, lo más difícil. Que no es más que levantar un nuevo pensamiento, un nuevo movimiento social capaz de desmarcarse de las viejas doctrinas que han levantado sociedades de siervos , de los viejos esquemas agotados de diversas ideologías como de las morales que acaban desarrollando. En esto nos jugamos el futuro, pues de seguir así, nuevas tiranías, nuevas o viejas fuerzas opresivas, destruirán lo poco que queda de libertad, pues nuestras sociedades carecen de convicciones y fuerzas para defenderse de los autoritarismos-al carecer de un pensamiento ético-político alternativo y fuerte- especialmente si éstos ofrecen pan aunque muera toda libertad.

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