lunes, 25 de junio de 2012

Sobre la libertad



Si definimos la libertad como la capacidad del individuo de autodeterminarse, de realizarse, de reflexionar y actuar en un estado de no sujeción o no dominio, o al menos con el menor grado posible de sujeción, debemos ser capaces de analizar hasta que punto estamos lejos o cerca de tal ideal-como todo ideal, inalcanzable en su pleno sentido-, que cosmovisión y estructura política permitiría acercarse a la libertad y, por supuesto, si la idea actual de libertad nos acerca o aleja de un sistema que tuviera como base una real libertad.

En primer lugar, en nuestra opinión y esto nos parece un olvido de casi todas las corrientes de pensamiento, la libertad esencial a conquistar es la libertad de conciencia. Ésta suele vincularse en exclusiva a la libertad de culto, religiosa, siendo las diferentes confesiones especialistas en defender este concepto de libertad, aunque algunas de ellas lo violan en la práctica, siendo su ideal  en la práctica una sociedad fiel a sus creencias.

Es radicalmente contrario a una idea seria de libertad de conciencia, por ejemplo, el bautizar a un recién nacido, o el catequizar a niños  cuando éstos aún no tienen capacidad de abrazar reflexivamente unas ideas, lo que no significa que apoyemos la libertad de expresión y manifestación pública de las diversas religiones.

Pero es evidente que debemos ser capaces de desarrollar una idea de libertad de conciencia arreligiosa. Y si consideramos la libertad como la capacidad del individuo, y, porque no, de la sociedad ,de autogobernarse, es lógico que una comunidad que apoye tal concepto debe luchar para evitar que los niños sean adoctrinados por cualquier institución. Lo que no implica que deban conocer los diferentes sistemas de pensamiento que han desarrollado los hombres a lo largo de la historia para que en una época de madurez ellos y ellas puedan optar por la idea que consideren más cercana a la verdad, a su temperamento y sus ideas.

Si se ama a los niños, hay que amar el que éstos puedan ser adultos autónomos, no miembros de un rebaño.

Pero la libertad de conciencia va más allá de la infancia y las instituciones estatales y religiosas. Debe incluir el rechazo a la manipulación publicitaria, al bombardeo continuo de imágenes y mensajes desde los medios de información. Toda la publicidad va encaminada a que las gentes adopten unos valores, una mentalidad, una forma de vida que se adecue a lo que el poder pretende. En nuestro caso al hedonismo, el consumismo, la pasividad, el derroche, la infantilización…lo que no quita que, en un futuro, por circunstancias, como una crisis económica grave, puedan pretender imponer otros valores y adoptar una publicidad volcada en cosas diferentes.

Por tanto ,para acercarnos a la libertad de conciencia, necesitamos quebrar el poder de la publicidad, y de los medios que lo hacen posible. Esto requiere que los medios de comunicación sean eso, medios de comunicación no dependientes de ningún grupo empresarial o político, o mejor dicho político-empresarial, siempre basado en la manipulación y el ocultamiento de la realidad.

Para lograr la libertad de conciencia, no deben existir grupos empresariales con poder para moldear las mentes humanas en coalición con los dirigentes del Estado. Debemos luchar, por tanto, para mantener la pluralidad y diversidad de medios, sin estamentos privilegiados.

Junto a la libertad de conciencia, viene la libertad política. Frente a la idea dominante de libertad política como representación, tenemos que impulsar la libertad política como deliberación y participación.

Sabemos que esto también requiere de mucho tiempo, pero la mera representación implica desentenderse de la vida colectiva y dejar que una minoría pueda hacer y deshacer a su antojo, normalmente con el argumento del conocimiento. Pero tal argumento no es más que una ficción, pues si bien no negamos la necesidad de especialistas cuando sean necesarios, la capacidad de tomar decisiones requiere sentido común ante todo.

Pero antes de la participación, tiene que venir la deliberación, pues la mera participación, sin unos individuos educados en la capacidad de pensar y de llegar a acuerdos con los demás, no sería más que una masa manejada por populistas de distinto colorido, que harían pasar una política opresiva y dirigista, por una política democrática.

Vinculado por tanto a la libertad de conciencia y la libertad política se requiere de un sistema de educación autogestionada que una conocimiento a capacidad reflexiva, para lograr mentes lo más libres y cooperativas posibles, pues sin ellas no habría real libertad. Y no sólo en la infancia, sino durante toda la vida humana.

Volviendo a la libertad política, la representación debe ser secundaria y vinculada al mandato imperativo. Pues nunca será libre un individuo incapaz de autogobernarse, de fomentar su autoridad interior, de necesitar siempre autoridades externas y jerárquicas.

Puesto que no somos santos ni ángeles, y quién pretenda lograr eso se hundirá en un nuevo totalitarismo, toda colectividad debe dotarse de algunas leyes, pero éstas deben ser las mínimas posibles, frente al mundo del hoy, donde ante los múltiples problemas todos son leyes y reglamentos, pues hemos perdido casi toda capacidad de autogestión, de desarrollar nuestra conciencia interior hacia el bien y de convivencia fraternal con el prójimo.

Frente al concepto de libertad liberal, o negativa, donde sólo interesa la protección de la libertad y que no se inmiscuyan demasiado en nuestras vidas creando lo contrario, un sistema donde todo son interferencias a todos los niveles, la idea de libertad que defendemos es la libertad como no dominación.

No dominar ni ser dominado, he aquí la clave de la libertad y también de la solidaridad. No hay real libertad si no me dominan pero yo domino a otros y sólo en tal estado de cosas puede expandirse la solidaridad entre las personas.

La libertad como no dominación, la democracia, requiere también de la eliminación de todo ejército , que siempre es una amenaza, y sus sustitución por milicias de ciudadanos, milicias sometidas a control de la ciudadanía y cuyos miembros estén durante un tiempo limitado, evitando el peligro de convertirse en una fuerza armada al servicio de un poder vertical o bien convirtiéndose ella en una nueva fuerza opresiva. Puesto que todo grupo armado es un peligro para una sociedad libre, aún con las mejores intenciones, la milicia sólo debe ser operativa en caso de agresión a la comunidad libre.

Las funciones policiales en una democracia, también deben ser no profesionalizadas y de la misma manera rotativas  entre los adultos de la población.

En cuanto a la libertad económica, frente a los que la identifican con el liberalismo o el capitalismo, nosotros sostenemos que el sistema de propiedad capitalista y trabajo asalariado, es una forma de esclavitud. Pues lo esencial de la esclavitud no es, como se piensa, personas encadenadas y sometidas a palizas, sino todo aquel sistema basado en la compraventa de seres humanos.

Y compraventa de seres humanos es el trabajo asalariado. Sólo reconociéndonos esclavos modernos, tecnologizados  y por tanto sometidos a la doble esclavitud de otros seres y de parte de la tecnología actual , podemos dar pasos hacia la libertad.
Puesto que aquí estamos defendiendo la libertad como un estado de no sujeción del individuo por otro u otros, tenemos que ver que la propiedad capitalista, donde unos dominan a otros en el mundo económico en su amplio sentido, contribuyendo a la degradación de la sociedad, como una forma de liberticidio. Pero también por supuesto la forma de propiedad estatal u otras mixtas, defendidas por izquierdistas de toda clase.

Las formas de propiedad que apoyan el florecimiento de una sociedad de gentes libres es la individual o familiar sin asalariados, la cooperativa y la comunal o colectiva en su auténtico sentido, es decir el autogestionario. Que son aquellas que combinan libertad e igualdad, responsabilidad, esfuerzo y participación.

Pero más allá de todo esto, la libertad radical sólo puede sostenerse a la larga, en colectividades cuyos individuos estén dotados de una conciencia moral fuertemente desarrollada, que amen el bien común, que piensen más en deberes que en derechos, hombres y mujeres austeros en su sentido positivo, el de las filosofías clásicas como el cinismo y el estoicismo, aquéllas que sostenían que el hombre no debía esclavizarse a cosas, que la riqueza material no debía ser el objetivo de la buena vida.

Que es la riqueza espiritual, la del mundo interior, la fundamental para lograr sujetos más libres. Que hay que unir virtud y libertad. Que incluso cierta prosperidad material puede venir cuando se pone la vida virtuosa en el centro, frente a los grandes sistemas teóricos con pies de barro de otras épocas y la nuestra, que centrados en el progreso entendido como abundancia y bienestar material, no tardan en hundirse, sin conseguir ni lo uno ni lo otro.

La libertad real requiere de un esfuerzo continuo, de personas que vivan en lucha y tensión interior continua, para ser dignos de una vida lo menos encadenada posible, siempre al borde del abismo.

Quienes crean que la libertad es el capricho, la fácil, lo banal, se equivocan, pues lo que están defendiendo es la servidumbre moderna, la del esperar a recibir, la de los derechos sin deberes, la del dejarse dominar siempre que no se metan excesivamente en sus vidas.

El camino a la libertad es el contrario, es el dolor, la incertidumbre, el sacrificio, la autocontención, la del que sabe que se disolverá en la nada en el camino sin vislumbrar nada en el horizonte. Pero, sin ser su objetivo la felicidad-ideal de todo sistema de vida esclavista-, consigue serlo relativamente, pues su ilusión y su esfuerzo interior por perfeccionarse le bastan para sentirse lleno.






domingo, 17 de junio de 2012

Huxley versus Orwell




Leí la novela de Aldous Huxley, Un mundo feliz, ya hace casi veinte años, en clase de aquel añorado profesor de filosofía, de bigote y pelo cortado al cepillo, que guardaba un cierto parecido a otro filósofo famoso, que murió loco, Nietzsche, hacia quien, sin embargo, creo recordar que no sentía mucha simpatía.

¿Qué será de él?. ¿Por dónde andará?, ¿estará jubilado disfrutando de las obras de los filósofos clásicos?. Es una lástima la pérdida de aquellas personas interesantes que pasan por nuestras vidas, cuyos rostros se van difuminando poco a poco, hasta llegar un momento en que no somos ya capaces de reconstruirlos, y sólo cerrando los ojos podemos traer algo de ellos al presente.
Pero, volviendo al libro de Aldous Huxley, sí recuerdo que su lectura me resultó muy amena, haciéndome reflexionar sobre si el mundo que presentaba era posible o no. Mi opinión fue que en algunos aspectos se asemejaba ya a la sociedad moderna, pero en otros puntos lo consideraba poco más que una quimera.

No hace mucho decidí releer el texto y debo decir que me entusiasmó más que la primera vez. Y no sólo eso, sino que tuve la sensación de que sólo falta un mayor desarrollo de la tecnología en materias como la neurobiología y en la capacidad de poder crear artificialmente y en masa, como un producto industrial, seres a la carta., para que su distopía se haga real.

En su relato, el autor muestra una sociedad futura, en el año 632 después de Ford donde reina un Estado mundial que logra acabar con las guerras y el hambre. Pero más allá de eso, las características esenciales del mundo futuro son la desaparición de la familia, y, como hemos dicho anteriormente, el desarrollo industrial de embriones humanos. Estos humanos, siendo educados por el Estado desde su nacimiento, son condicionados por la hipnopedia desde la más tierna infancia para aceptar su situación en el sistema de castas establecido.

Pero el condicionamiento recibido va encaminado también a la plena aceptación del sistema de valores. Valores que se basan en el culto a la felicidad, entendida ésta como consumismo, hedonismo, promiscuidad, diversiones banales y colectivas, rechazo de la reflexión y la introspección y huida total del dolor y el sufrimiento.

En el sistema presentado por  Huxley hay un elemento clave para lograr la estabilidad y la paz social, y es el uso generalizado de una droga sin efectos secundarios: el soma. Esta droga, que reconcilia al individuo consigo mismo y la sociedad,-que uno de los dirigentes del Estado mundial califica de sustituto del alcohol y el cristianismo sin lágrimas- es pieza clave en el día a día del estado futuro de la colectividad humana. En vez de pan y circo, pan y soma.

Un Mundo feliz presenta un nuevo tipo de régimen totalitario. Frente al fascismo o el comunismo, donde se impone el terror, el tiro en la nuca, la deportación, la vigilancia policial, la censura clara, el despotismo futurista es mucho más sutil.

Combina el acondicionamiento desde incluso antes del nacimiento hasta la defensa de una moral hedonista, de satisfacción inmediata de los deseos, de sexo libre, de la no aceptación masiva del dolor, lo que se logra con el consumo de soma  incluso hasta alcanzar la destrucción de una cultura entendida como mezcla de pensamiento independiente y belleza. La historia, lo antiguo y lo bello es considerado peligroso, y presentado como una época de horror y barbarie.

Sólo lo moderno es ensalzado y considerado necesario. En ese cuadro del futuro, donde podemos destacar, como elemento curioso, la mezcla, en los apellidos de los protagonistas ,de figuras del capitalismo y el comunismo -con lo que podemos entender que el autor, con muy buen tino, expresa la similitud de fondo de marxismo y capitalismo- existen algunos disidentes.

Casi todos los disidentes, pertenecen a la casta superior, los Alfa. Y esto tiene fácil explicación si comprendemos que son ellos a los que se les permite tener más autonomía, mayor capacidad de pensamiento libre y, por tanto, mayor inteligencia, incluyendo la emocional, pues al fin y al cabo van a ser los futuros dirigentes. Todo esto favorece que puedan aparecer algunas personalidades rebeldes.
La novela alcanza su mayor intensidad con la aparición de John, el salvaje, y su madre, Linda, un antigua habitante del Mundo Feliz que se perdió en la reserva de salvajes(Malpaís), y que, embarazada por un error grave de su pareja del momento-en el Mundo feliz no hay parejas duraderas y estables- ya no pudo volver a su mundo.

John podría simbolizar el presente, una persona marginada en Malpaís por su procedencia, pero que al final no puede tolerar el sistema del futuro.

En cuanto a Orwell, sobran presentaciones. El escritor inglés es universalmente famoso gracias a obras como Rebelión en la granja, y 1984. De vida azarosa, sirvió al como policía en Birmania, vagabundeó en ciudades como París, y se alistó en las milicias del POUM en la guerra civil española, donde estuvo a punto de ser detenido y asesinado por los comunistas rusos y españoles.
Su experiencia personal y la época histórica que vivió le hicieron imaginar en 1984 un mundo dominado por el totalitarismo en su sentido de represión brutal y persecución. Un Gran Hermano que todo lo controla y una red de delatores y espías provoca consecuencias similares a las que imagina Huxley.

La libertad, la reflexión, la moral, el viejo arte, la vieja cultura, los sentimientos más nobles, el amor…son desterrados tanto en el mundo de Orwell como en el de Huxley, si bien, en el relato de Orwell, los proles, que son la mayoría de la población, no son sometidos a tan rígido control como los miembros del partido, pues el poder los considera inofensivos.

Presentados a grandes rasgos ambos sistemas, ¿podemos intuir si nos dirigimos hacia la sociedad imaginada por Orwell o la de Huxley?. Como occidentales vemos rasgos del Mundo Feliz de Huxley, como la progresiva destrucción de la familia, y de da red horizontal de cooperación y apoyo mutuo. Vemos una sociedad de consumo y una primacía de los desvalores hedonistas y “felicistas”, y un elevado consumo de drogas, desde el alcohol, hasta antidepresivos y otros medicamentos. También observamos como se debilita la capacidad del pensamiento autónomo, de la reflexión profunda, del pensamiento creativo y alternativo, y hasta de la capacidad de crear un arte bello que eleve a las personas, motivado todo ello por el desarrollo de tecnologías modernas como la televisión, la publicidad y los valores impulsados por las clases dirigentes, contrarios a la libertad de conciencia y a todo lo que pudiera impulsar seres conscientes que amen la virtud, la belleza, la libertad.

Pero, por otra parte, conviene tener en cuenta que Occidente no es el mundo, y que la crisis económica occidental y el ascenso de otros países a rango de potencias hace que tengamos que abandonar la idea de que somos y seremos el centro del mundo por mucho tiempo.

De que sistema de valores adopten las potencias emergentes, dependerá el destino del mundo futuro. No deja de ser curioso que una de ellas, China, en consonancia con los nombres y apellidos de algunos personajes de la obra de Huxley, sea un híbrido de comunismo y capitalismo, pudiéndose acercar a la idea del Mundo Feliz, aunque hoy por hoy sus mecanismos opresivos siguen más en la línea de 1984.

Tampoco conviene despreciar la creciente fuerza del islamismo, que las recientes revoluciones en algunos países árabes, al contrario de lo esperado, ha potenciado. Si en algún momento el mundo islámico lograra unirse y elevarse a rango de potencia, tendríamos una nueva versión del mundo que Orwell imaginaba para el futuro: represión y control violento.

En mi opinión, el ideal de todo sistema de dominio inteligente sería el de Un mundo Feliz. Y su fuerza se vería muy potenciada porque tal régimen conecta mucho mejor con los deseos humanos de la mayoría de las personas que lo que imaginó Orwell. Felicidad, entendida como ausencia de problemas graves y dolores, comodidad, seguridad económica, ausencia de enfermedades, placeres sensoriales y sexuales continuados, uso libre de una droga que elimina cualquier pensamiento o sensación de malestar…Cierto que el sistema de castas y la desaparición de la familia y la religión, podría causar un rechazo inicial en muchas personas, pero la capacidad de transversalidad de ese sistema de poder-y no olvidemos que la transversalidad política es una idea creciente en la población, e incluso la tecnocracia, y más con las crisis económica- y la propaganda constante, junto con su éxito en lograr lo más anhelado por el ser humano,sin distinción de ideologías, la felicidad,el progreso y la seguridad, no nos hace dudar del éxito final que lograría.

Pero un Mundo Feliz requiere, ya lo hemos dicho, un desarrollo científico en diversas áreas que aún es lejano. De que se logre o no depende el resultado final del partido entre Huxley versus Orwell. De momento tenemos un híbrido de ambos mundos, más cerca aún, en el conjunto del globo, de lo ideado por George Orwell que de lo ideado por Huxley. Pero el final , como todo final, es impredecible.
Para terminar de forma más positiva, debemos recordar que Aldous Huxley, en su prólogo a la novela sostenía una tercera opción. La de una alternativa- la de las comunidades de desterrados de Un mundo feliz-, basada en la descentralización, en una sociedad cuyos valores son la libertad, la cooperación, y la búsqueda del fin último de la vida y la de una tecnología hecha para servir al hombre.

Por esa alternativa, que retome lo mejor de los valores de la cultura occidental y otras, debemos luchar. Por una alternativa que tenga la no dominación, el esfuerzo, la lucha por la mejora individual y grupal en el día a día, la aceptación del dolor y el sufrimiento, el estudio para crear una tecnología que favorezca la libertad y la convivencialidad  humana, rechazando la que no favorezca esos valores.
Sabemos que las posibilidades de éxito son mínimas, que el Poder siempre tendrá el triunfo al alcance de la mano. Pero la ilusión no debe perderse

jueves, 7 de junio de 2012

Sobre el feminismo




Surgido como consecuencia de la situación de desigualdad de la mujer respecto al hombre en múltiples aspectos como el político, el económico, el sexual…buscando la igualdad de hombres y mujeres el feminismo fue, en sus inicios, un movimiento que podemos considerar positivo por su lucha contra la situación de inferioridad femenina.

Pero más allá de sus aspectos positivos en sus inicios, tenemos que ser capaces de ver si en la actualidad, al menos en nuestra sociedad, el feminismo sería una fuerza liberadora o bien lo contrario, sería una nueva forma de opresión.

Y aunque lo que vamos a plantear no sea políticamente correcto, nuestra opinión es que hoy por hoy se trata de una idea usada para dividir y dominar a la población.

Y esto lo pensamos porque la legislación moderna desarrollada, tal como la Ley de Violencia de Género, liquida la igualdad ante la ley, colocando a media comunidad en la situación de potenciales delincuentes, que pueden ser acosados o denunciados con total impunidad, haciendo recaer la carga de la prueba en el acusado.

Por tanto podemos considerar el feminismo la punta de lanza de un nuevo autoritarismo, diferente de otros en que utiliza la defensa de la mujer como argumento para sus políticas represivas. Pero lo peor del feminismo actual no es sólo la espada de Damocles que usa sobre todos los hombres como amenaza, sino su contribución, buscada o no, a dividir y enfrentar a los sexos, y por tanto aumentado el odio y la atomización creciente del pueblo.

Con todo esto se debilita el hoy por hoy débil espíritu de cohesión(que no uniformidad) imprescindible al menos para resistir los mecanismos de dominio de las clases dirigentes.

Por otra parte la realidad ha liquidado la infantil creencia de que las mujeres , en el poder, harán de éste algo mejor, pues según cierta idea muy extendida, la mujer es, por ser mujer, alguien mucho más sensible, un ser virtuoso por naturaleza, superior al hombre, incapaz de odiar, dominar y destruir.

Lógicamente tal discurso no es más que una bella ensoñación pues el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente y esto vale para hombres y mujeres sin excepción. Y las numerosas denuncias falsas de violencia de género son la constatación de que la maldad es inherente al ser humano, sin distinción de sexo, especialmente cuando se impulsa la impunidad.

Quienes crean que estando la maquinaria de mando en manos de mujeres todo va a cambiar, se equivocan de cabo a rabo. Un mundo dominado por las mujeres sería igual que el dominado por hombres. Y mucho nos tememos que el futuro nos dará la razón a los que pensamos así.

La alternativa por tanto al feminismo  pasa por una verdadera igualdad de sexos, que no consiste en negar las diferencias que podrían darse entre hombres y mujeres, sino en que no haya privilegios ni leyes que favorezcan a unos u otras. Por tanto tenemos que rechazar un falso proteccionismo que implica, por una parte, infantilizar a las mujeres, convirtiéndolas en dependiente de las autoridades estatales pero por otra supone darles el poder de destruir a los hombres por una simple denuncia.

Lo que necesitamos es desarrollar una cultura de no dominación que pueda ser abrazada indistintamente por hombres y mujeres y  cuyo objetivo no sea ascender en la escala jerárquica, la admisión de los valores del sistema, la integración en éste y sus estructuras como el ejército y otras y la igualdad por lo bajo con el sector de los hombres que dirigen y manipulan al pueblo,objetivo del feminismo, sino unirse en un proyecto de sociedad de seres libres y cooperativos con su diversidad.

Ésta se trataría de una manera de superar el machismo y el feminismo como fuerzas tiránicas y de abrir camino a una civilización menos rota por odios y divisiones artificiales.