domingo, 17 de junio de 2012

Huxley versus Orwell




Leí la novela de Aldous Huxley, Un mundo feliz, ya hace casi veinte años, en clase de aquel añorado profesor de filosofía, de bigote y pelo cortado al cepillo, que guardaba un cierto parecido a otro filósofo famoso, que murió loco, Nietzsche, hacia quien, sin embargo, creo recordar que no sentía mucha simpatía.

¿Qué será de él?. ¿Por dónde andará?, ¿estará jubilado disfrutando de las obras de los filósofos clásicos?. Es una lástima la pérdida de aquellas personas interesantes que pasan por nuestras vidas, cuyos rostros se van difuminando poco a poco, hasta llegar un momento en que no somos ya capaces de reconstruirlos, y sólo cerrando los ojos podemos traer algo de ellos al presente.
Pero, volviendo al libro de Aldous Huxley, sí recuerdo que su lectura me resultó muy amena, haciéndome reflexionar sobre si el mundo que presentaba era posible o no. Mi opinión fue que en algunos aspectos se asemejaba ya a la sociedad moderna, pero en otros puntos lo consideraba poco más que una quimera.

No hace mucho decidí releer el texto y debo decir que me entusiasmó más que la primera vez. Y no sólo eso, sino que tuve la sensación de que sólo falta un mayor desarrollo de la tecnología en materias como la neurobiología y en la capacidad de poder crear artificialmente y en masa, como un producto industrial, seres a la carta., para que su distopía se haga real.

En su relato, el autor muestra una sociedad futura, en el año 632 después de Ford donde reina un Estado mundial que logra acabar con las guerras y el hambre. Pero más allá de eso, las características esenciales del mundo futuro son la desaparición de la familia, y, como hemos dicho anteriormente, el desarrollo industrial de embriones humanos. Estos humanos, siendo educados por el Estado desde su nacimiento, son condicionados por la hipnopedia desde la más tierna infancia para aceptar su situación en el sistema de castas establecido.

Pero el condicionamiento recibido va encaminado también a la plena aceptación del sistema de valores. Valores que se basan en el culto a la felicidad, entendida ésta como consumismo, hedonismo, promiscuidad, diversiones banales y colectivas, rechazo de la reflexión y la introspección y huida total del dolor y el sufrimiento.

En el sistema presentado por  Huxley hay un elemento clave para lograr la estabilidad y la paz social, y es el uso generalizado de una droga sin efectos secundarios: el soma. Esta droga, que reconcilia al individuo consigo mismo y la sociedad,-que uno de los dirigentes del Estado mundial califica de sustituto del alcohol y el cristianismo sin lágrimas- es pieza clave en el día a día del estado futuro de la colectividad humana. En vez de pan y circo, pan y soma.

Un Mundo feliz presenta un nuevo tipo de régimen totalitario. Frente al fascismo o el comunismo, donde se impone el terror, el tiro en la nuca, la deportación, la vigilancia policial, la censura clara, el despotismo futurista es mucho más sutil.

Combina el acondicionamiento desde incluso antes del nacimiento hasta la defensa de una moral hedonista, de satisfacción inmediata de los deseos, de sexo libre, de la no aceptación masiva del dolor, lo que se logra con el consumo de soma  incluso hasta alcanzar la destrucción de una cultura entendida como mezcla de pensamiento independiente y belleza. La historia, lo antiguo y lo bello es considerado peligroso, y presentado como una época de horror y barbarie.

Sólo lo moderno es ensalzado y considerado necesario. En ese cuadro del futuro, donde podemos destacar, como elemento curioso, la mezcla, en los apellidos de los protagonistas ,de figuras del capitalismo y el comunismo -con lo que podemos entender que el autor, con muy buen tino, expresa la similitud de fondo de marxismo y capitalismo- existen algunos disidentes.

Casi todos los disidentes, pertenecen a la casta superior, los Alfa. Y esto tiene fácil explicación si comprendemos que son ellos a los que se les permite tener más autonomía, mayor capacidad de pensamiento libre y, por tanto, mayor inteligencia, incluyendo la emocional, pues al fin y al cabo van a ser los futuros dirigentes. Todo esto favorece que puedan aparecer algunas personalidades rebeldes.
La novela alcanza su mayor intensidad con la aparición de John, el salvaje, y su madre, Linda, un antigua habitante del Mundo Feliz que se perdió en la reserva de salvajes(Malpaís), y que, embarazada por un error grave de su pareja del momento-en el Mundo feliz no hay parejas duraderas y estables- ya no pudo volver a su mundo.

John podría simbolizar el presente, una persona marginada en Malpaís por su procedencia, pero que al final no puede tolerar el sistema del futuro.

En cuanto a Orwell, sobran presentaciones. El escritor inglés es universalmente famoso gracias a obras como Rebelión en la granja, y 1984. De vida azarosa, sirvió al como policía en Birmania, vagabundeó en ciudades como París, y se alistó en las milicias del POUM en la guerra civil española, donde estuvo a punto de ser detenido y asesinado por los comunistas rusos y españoles.
Su experiencia personal y la época histórica que vivió le hicieron imaginar en 1984 un mundo dominado por el totalitarismo en su sentido de represión brutal y persecución. Un Gran Hermano que todo lo controla y una red de delatores y espías provoca consecuencias similares a las que imagina Huxley.

La libertad, la reflexión, la moral, el viejo arte, la vieja cultura, los sentimientos más nobles, el amor…son desterrados tanto en el mundo de Orwell como en el de Huxley, si bien, en el relato de Orwell, los proles, que son la mayoría de la población, no son sometidos a tan rígido control como los miembros del partido, pues el poder los considera inofensivos.

Presentados a grandes rasgos ambos sistemas, ¿podemos intuir si nos dirigimos hacia la sociedad imaginada por Orwell o la de Huxley?. Como occidentales vemos rasgos del Mundo Feliz de Huxley, como la progresiva destrucción de la familia, y de da red horizontal de cooperación y apoyo mutuo. Vemos una sociedad de consumo y una primacía de los desvalores hedonistas y “felicistas”, y un elevado consumo de drogas, desde el alcohol, hasta antidepresivos y otros medicamentos. También observamos como se debilita la capacidad del pensamiento autónomo, de la reflexión profunda, del pensamiento creativo y alternativo, y hasta de la capacidad de crear un arte bello que eleve a las personas, motivado todo ello por el desarrollo de tecnologías modernas como la televisión, la publicidad y los valores impulsados por las clases dirigentes, contrarios a la libertad de conciencia y a todo lo que pudiera impulsar seres conscientes que amen la virtud, la belleza, la libertad.

Pero, por otra parte, conviene tener en cuenta que Occidente no es el mundo, y que la crisis económica occidental y el ascenso de otros países a rango de potencias hace que tengamos que abandonar la idea de que somos y seremos el centro del mundo por mucho tiempo.

De que sistema de valores adopten las potencias emergentes, dependerá el destino del mundo futuro. No deja de ser curioso que una de ellas, China, en consonancia con los nombres y apellidos de algunos personajes de la obra de Huxley, sea un híbrido de comunismo y capitalismo, pudiéndose acercar a la idea del Mundo Feliz, aunque hoy por hoy sus mecanismos opresivos siguen más en la línea de 1984.

Tampoco conviene despreciar la creciente fuerza del islamismo, que las recientes revoluciones en algunos países árabes, al contrario de lo esperado, ha potenciado. Si en algún momento el mundo islámico lograra unirse y elevarse a rango de potencia, tendríamos una nueva versión del mundo que Orwell imaginaba para el futuro: represión y control violento.

En mi opinión, el ideal de todo sistema de dominio inteligente sería el de Un mundo Feliz. Y su fuerza se vería muy potenciada porque tal régimen conecta mucho mejor con los deseos humanos de la mayoría de las personas que lo que imaginó Orwell. Felicidad, entendida como ausencia de problemas graves y dolores, comodidad, seguridad económica, ausencia de enfermedades, placeres sensoriales y sexuales continuados, uso libre de una droga que elimina cualquier pensamiento o sensación de malestar…Cierto que el sistema de castas y la desaparición de la familia y la religión, podría causar un rechazo inicial en muchas personas, pero la capacidad de transversalidad de ese sistema de poder-y no olvidemos que la transversalidad política es una idea creciente en la población, e incluso la tecnocracia, y más con las crisis económica- y la propaganda constante, junto con su éxito en lograr lo más anhelado por el ser humano,sin distinción de ideologías, la felicidad,el progreso y la seguridad, no nos hace dudar del éxito final que lograría.

Pero un Mundo Feliz requiere, ya lo hemos dicho, un desarrollo científico en diversas áreas que aún es lejano. De que se logre o no depende el resultado final del partido entre Huxley versus Orwell. De momento tenemos un híbrido de ambos mundos, más cerca aún, en el conjunto del globo, de lo ideado por George Orwell que de lo ideado por Huxley. Pero el final , como todo final, es impredecible.
Para terminar de forma más positiva, debemos recordar que Aldous Huxley, en su prólogo a la novela sostenía una tercera opción. La de una alternativa- la de las comunidades de desterrados de Un mundo feliz-, basada en la descentralización, en una sociedad cuyos valores son la libertad, la cooperación, y la búsqueda del fin último de la vida y la de una tecnología hecha para servir al hombre.

Por esa alternativa, que retome lo mejor de los valores de la cultura occidental y otras, debemos luchar. Por una alternativa que tenga la no dominación, el esfuerzo, la lucha por la mejora individual y grupal en el día a día, la aceptación del dolor y el sufrimiento, el estudio para crear una tecnología que favorezca la libertad y la convivencialidad  humana, rechazando la que no favorezca esos valores.
Sabemos que las posibilidades de éxito son mínimas, que el Poder siempre tendrá el triunfo al alcance de la mano. Pero la ilusión no debe perderse

1 comentario:

  1. El mundo de Europa occidental y de EE.UU. ya desde la Segunda Guerra Mundial está controlando por las grandes corporaciones. Control que realizan por su poder económico y que lo transmiten a través de los medios de comunicación. Medios prácticamente controlados por ellos. Por este motivo lo que entiende la población occidental respecto a otros países o zonas, ejemplo Sudamérica o África es algo bastante diferente a la situación real.
    Hay muy buena bibliografía sobre ellos, por ejemplo: Los Guardianes del poder de David Edwards y David Cromwell o Desinformación de Pascual Serrano. He publicado yo también una obra en relación a la historia de EE.UU. y su respeto a otras culturas y países en la que también hablo sobre este asunto.

    Saludos,

    Mikel

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