martes, 3 de julio de 2012

Sobre Siria y la nueva Guerra Fría



 Si algo están poniendo de relieve las rebeliones y guerras civiles que han sucedido o están sucediendo en algunos países árabes, como fue el caso de Libia, y actualmente Siria, es una nueva división en bloques.

De una parte tenemos a Estados Unidos y sus aliados occidentales y de otros lugares del mundo, como Arabia Saudí, e Israel, con la vieja OTAN como fuerza militar, y del otro lado tendríamos a Rusia, China y otros aliados como Irán o la Venezuela de Chávez.

Esta situación de nueva división se ha puesto de relieve en el mundo árabe. Allí, países afines a Rusia como Siria, se están viendo envueltos en una situación de protestas y alzamientos armados.

No siendo nuestra intención, en absoluto, mostrar la menor simpatía hacia el régimen tiránico de Al-Assad, sí pensamos que es el objetivo de las potencias occidentales, hoy por hoy en decadencia, aislar a sus rivales, especialmente China, la nueva potencia emergente.

China, con ese régimen mezcla de capitalismo y comunismo, control policial, represión y explotación extrema de su población está derrotando económicamente a las antiguas potencias, aunque aún es superada militarmente por los Estados Unidos.
Y no sólo eso, sino que se está expandiendo a otras zonas del mundo, como África, quitando poco a poco el mercado a Occidente.

Esta es para nosotros la raíz de la incipiente nueva Guerra Fría, o Cuarta Guerra Mundial, que como la Tercera no supone un enfrentamiento a nivel general, sino en algunos países “menores”.

En esta nueva división, las causas serían claramente económicas, y no tanto ideológicas como en la anterior Guerra Fría.

No habría tanto dos sistemas político-económicos enfrentados, sino una lucha entre quienes de momento se baten en retirada lenta a nivel de potencias económicas, y quienes están ascendiendo.

Esto no significa que la situación sea menos peligrosa, pues la competencia por dominar el mercado mundial suele arrastrar de por sí la amenaza de guerra, ya que al fin y al cabo se trata de Poder, de dominación, aunque disfrazada con el lenguaje de “los mercados”, la “prima de riesgo”, la “competitividad”, la “productividad” y otros.

Resulta llamativo que si en Afganistán los norteamericanos en su lucha contra los soviéticos dieron su apoyo a los islamistas, a los que años después atacaron tras el atentado-o autoatentado, sólo en un futuro lejano se sabrá- de las Torres Gemelas, hoy por hoy pueda estar incubándose un nuevo renacer del fundamentalismo islámico.

En una revolución, las fuerzas más organizadas son las que suelen imponerse. Y estas fuerzas son, en muchos casos las islamistas. De ahí su triunfo en Egipto, Túnez, Libia y, posiblemente, si cae Al-Assad, en Siria, pues no olvidemos que Arabia Saudí financia y arma a los insurrectos.

Por tanto, aunque la jugada para aislar a Rusia y China sea inteligente, el riesgo de terminar creando un nuevo polvorín de fanatismo islámico no debe minusvalorarse. Y quien sabe si no se están poniendo los cimientos de un Nuevo Imperio…
Cómo será el futuro, no podemos saberlo, todo dependerá de las alianzas estratégicas que logren realizar las potencias enfrentadas, de si China continua creciendo mucho tiempo o deja de hacerlo-no existen crecimientos indefinidos-, de si Occidente continua su lento hundimiento o consigue salir a flote, de si la Unión Europea sobrevive o no a su crisis…

Lo que esperamos es que no estalle una conflagración mundial, pues podría llegar un momento en que un país invadido reciba apoyo de otros-cosa que hasta ahora no ha sucedido, pero jugar largo tiempo con fuego es peligroso- extendiéndose un conflicto como mancha de aceite.

De cualquier forma el porvenir, como casi siempre, se jugará entre las sombras, con el pueblo como rebaño indiferente y ajeno,como carne de cañón, cuyo único objetivo sería apoyar a quien le prometa pan y circo, aunque la ración de pan sea cada vez más pequeña; y el pasado mejor quede atrás para siempre, como una silueta entre la niebla que la velocidad del tren va empequeñeciendo hasta desaparecer.