miércoles, 22 de agosto de 2012

Educar en casa:¿una alternativa?

Es habitual unir, consciente o inconscientemente, educación a escuela. Ya sea escuela pública, privada, concertada o religiosa.  Y no sólo eso sino que últimamente estamos asistiendo a discusiones y manifestaciones públicas sobre si se quiere o no ir eliminando progresivamente, por parte de gobiernos de derechas, la educación estatal, llamada pública.

En una sociedad y en un tiempo caracterizado por el conformismo generalizado, y donde las luchas y las críticas, así como las alternativas se limitan a aspectos insustanciales o secundarios, es de agradecer la aparición de libros que abren pequeñas grietas en el mundo de las mentes muertas a lo distinto.
Y uno de estos textos es "10 Mentiras sobre la no escolarización" de Sylvie Martin-Rodríguez. En el citado libro, la autora, partiendo de su propia experiencia como persona que abandonó la educación oficial y que enseña a sus dos hijos en casa nos enfrenta con un tema delicado que apenas aparece en los medios. 

Y es el de los padres que, contrarios a la escuela por diferentes motivos, optan por enseñar a sus niños en casa.

Silvye, sostenida por su experiencia personal, así como por algunos estudios, en diez capítulos va desmontando todos los tópicos contra la educación y el tipo de niño que crecen lejos de la escuela . Desde su supuesta falta de sociabilidad, a su falta de libertad o autonomía e incluso su contrario, pensar que tales niños serían tan libres que se convertirían en tiranos caprichosos; pero también la pretensión de que en casa y otros espacios no escolares no es posible aprender bien y de que, en realidad, los niños aman la escuela.

Todos estos ataques confluyen en la idea de que la educación escolar es obligatoria, lo cual no es cierto, pues lo que es obligatorio es la educación, no el lugar donde se realiza.

Distingue el libro, dentro de la educación en casa, a los partidarios de un sistema formal de conocimiento, que sigue unos programas definidos, aunque adaptados al niño o niña, de la educación informal donde es el niño quien decide qué quiere aprender, cómo y dónde.

Compartimos con la autora y otros pensadores críticos la idea de que la escuela, en la forma que ha adoptado, con excepciones,  es un reflejo de un mundo que destruye la verdadera libertad desde sus raíces. Así la estructura de la gran mayoría de escuelas es similar a la de la Empresa, la Fábrica, el Estado, el Ejército, el Partido o el Sindicato.

El mundo moderno supone el desarrollo de una serie de mecanismos que, aun usando la palabra derechos y libertades, destruyen la libertad de conciencia, la autonomía y la capacidad de establecer redes horizontales o autogestionarias de vida y aprendizaje.

Lógicamente, los niños también son víctimas, pues carecen de voz y voto y realmente no sabemos lo que opinan de la escuela, sino sólo lo que opinan sus padres y su entorno.

Lo que sí observamos es cómo la curiosidad innata en los críos, que todo quieren conocerlo, muere rápidamente al entrar en las escuelas. Es decir el ansia natural de conocimiento es golpeada duramente cuando se le fuerza a un conocimiento reglado, alejado de la vida, donde él o ella nada cuenta.

Y esto es algo fudamental, pues es la base para crear sociedades de personas construidas desde fuera, por las clases dirigentes.

¿Ha creado la educación escolar una colectividad de hombres y mujeres que aman el conocimiento, la reflexión independiente, y la capacidad de autogobernarse-para nosotros los tres pilares fundamentales de todo sistema educativo-?. En la respuesta que cada uno de a esta pregunta está la consideración del éxito o el fracaso de la escuela dominante.

De cualquier forma no debemos ser acríticos con la educación en casa. Pensamos que ésta es una alternativa limitada. Que aunque la autora considera que todo padre o madre esta capacitado para enseñar a sus hijos, de ninguna manera deberían ser forzados a ello, pues si fuera el caso acabarían reflejando el sistema que critican.

La educación por lo padres es una opción, pero hay más. Una de ellas, no excluyente con la anterior, consistiría en grupos reducidos de alumnos, en casas o en escuelas, que recibirían clases no sólo de padres, sino de personas que amen la enseñanza y que las familias y comunidades consideren aptas.

Lo esencial sería implicar a todos los afectados e interesados en la labor educativa, incluyendo los niños.

Que la educación se adapte a sus diferentes niveles y capacidades de aprendizaje, así como gustos y potencialidades. Que no se  extinga esa inquietud por conocer y aprender y que el conocimiento no se limite a encerrarse en cuatro paredes. Que tenga vinculación con la realidad y se mezcle con la vida de la calle:Plazas, jardines, museos, bibliotecas, teatros, cines, centros laborales... Y por supuesto que no se limite a la infancia, sino que abarque toda la vida de la persona.

Paradójicamente, una educación en casa, por los padres, requeriría probablemente de varias generaciones de personas escolarizadas, algo que probablemente la autora no admita. Pero para nosotros es claro que , por ejemplo, en países con un elevado porcentaje de analfabetismo la propuesta de Sylvie sería muy dificilmente sostenible.

Es por eso que pensamos que la alternativa educativa, debe ampliarse a formas de educación comunitaria y a escuelas libres.

Comprendemos a la autora y compartimos su idea de la necesidad de un cambio en las estructuras escolares, pero considerando que la educación es un tema muy delicado, no queriéndonos tirar a la piscina sin agua, esperamos que mentes lúcidas puedan desarrollar ideas y prácticas educativas diferentes que sean exitosas, y que puedan ir supliendo con éxito a  las actuales. 

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