sábado, 1 de diciembre de 2012

Sobre el conflicto palestino-israelí y la Cuarta Guerra Mundial como fondo


Nuevamente hemos asistido  a un enfrentamiento armado entre Israel y Palestina, o mejor dicho entre Israel y una parte de Palestina, la dominada por Hamas. Como siempre sucede en este eterno conflicto, reaparece la división entre projudíos y propalestinos.

Para unos, los malos de la película siempre son los israelíes, hagan lo que hagan serán criticados si reaccionan con violencia al lanzamiento de cohetes por parte de sus rivales de la zona palestina. También están quienes justifican a Israel en su política de bombardeos sobre población civil, o en la construcción de nuevas colonias para ganar territorios.

Nosotros queremos alejarnos de las visiones maniqueas, de buenos y malos, como si estuviéramos en una película de Hollywood. Primero debemos ser conscientes de que Hamas, la organización islamista que controla la franja de Gaza, niega la existencia de Israel y su sueño sería borrar a este país del mapa. De ahí su lanzamiento de misiles sobre suelo judío, realizado como forma de provocar a Israel, siendo conscientes de que la respuesta desproporcionada de Israel le supone presentarse ante muchos palestinos y numerosas personas a lo largo del ancho mundo como héroes, aunque eso implique la muerte de palestinos.

Es necesario reflexionar con objetividad y ser conscientes de que el régimen de Hamas no respeta los derechos de los ciudadanos que viven bajo su gobierno, como hemos visto con los palestinos ejecutados sin juicio y arrastrados por las calles en motos. Y pensamos que tampoco les importa la vida de sus súbditos con tal de lograr popularidad.

Por su parte Israel no respeta las resoluciones de la ONU y su política de usar la fuerza bruta a la mínima e impulsar asentamientos ilegales, hace que hoy por hoy un posible acuerdo de paz sea algo muy lejano. Pensamos que sólo habrá opciones de pacificar las relaciones entre israelíes y palestinos cuando Hamas renuncie a atacar a Israel y reconozca su existencia e Israel ponga fin a los asentamientos y acepte la existencia de un Estado palestino e incluso el despliegue de una fuerza internacional en la zona que evite choques. Pero todo esto, por desgracia no deja de ser de momento un sueño.

Con todo, el conflicto arabe-israelí es sólo la parte superficial del verdadero conflicto. Este es en segunda instancia el  que enfrenta a Israel con Irán, que a su vez nos conduce al núcleo del problema, al de la nueva Guerra Fría, al verdadero conflicto. El que enfrenta a Estados Unidos, Occidente y su mayor aliado en la zona, Israel, frente a China, Rusia y su máximo aliado en Oriente próximo, Irán. Debemos ser conscientes de que nos encontramos en un proceso de rearme  y enfrentamientos dentro de lo que podríamos calificar como Cuarta Guerra Mundial, que tiene en Siria el principal foco de conflicto armado, y a otros países como las dos Coreas e Irán en situación de tensión.

Por tanto conviene estar alertas y reconocer la complejidad de los conflictos actuales, y cómo están interconectados en el tradicional juego de potencias para hacerse con el control del mundo. Control no sólo económico, pues quienes piensan ingenuamente que ahora el enfrentamiento es sólo por dominar mercados, pues ya no hay divisiones ideológicas yerran. El dominio es económico y político, y por tanto militar. El poder, en última instancia, sigue estando en los fusiles.

El reconocimiento del nuevo conflicto mundial no significa el que defendamos vivir atemorizados, esperando un estallido mundial. Pero sí el intentar ser lúcidos, mirar el mundo y no sólo nuestro ombligo, aunque es cierto que el problema grave de la crisis dificulta el poner la atención fuera de Europa. Mantener la atención en otras áreas del globo significa no ser pillados por sorpresa si se produjese un conflicto mundial.

Cierto es que si los mandamases de las potencias decidieran iniciar una guerra, de poco nos serviría esa lucidez, pues seríamos nuevamente carne de cañón llevada al matadero, mientras sigamos queriendo ser rebaño dócil. Pero al menos podría servir para iniciar un despertar en sectores de la población, un aumento del número de gentes que no se resignan y que se niegan a hundirse en el egoísmo o en la ceguera de quienes piensan que a nosotros nunca nos tocará el desastre.

Porque es cierto que Oriente Medio, China o Rusia, están lejos para ir andando, pero para el armamento moderno estamos a la vuelta de la esquina, tan cerca como cruzar la calle para echar la basura a un cubo.

Con todo nosotros confiamos en que se mantendrá la cordura y en las nuevas generaciones, las que tienen en sus manos la defensa del diálogo y el entendimiento

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