Poca gente, sin embargo, es capaz de reflexionar y de
intentar ver cómo se ha creado esta situación, y si su origen, quizá, pudiera
ser más antiguo de lo que quisiéramos reconocer. Nosotros no nos conformamos
con la explicación primera de un grupo que, surgido de la nada, toma las
riendas del mando y es capaz de hacer y deshacer a su antojo. En nuestra
opinión la realidad es más compleja, y tenemos que , por un lado, ser capaces
de reconocer esa complejidad, y, por otra, dejar de lado el victimismo y ser
capaces, primero, de reconocer nuestra parte de responsabilidad, y en segundo
lugar reflexionar y ver si podemos ir planteando una alternativa que no pase
por pintar la fachada.
Si nos centramos en nuestro país y estudiamos el pasado,
observamos como, en parte de él, y tras la invasión árabe y en los primeros siglos
de la reconquista, en algunas regiones de la Península Ibérica, se fueron
extendiendo en aldeas, pueblos y
villas formas de autogobierno, los Concejos, donde los vecinos reunidos en
Asamblea tomaban decisiones en lo que se refiere a la forma de organización
política, judicial, económica y demás de su núcleo de población. Este sistema
político asambleario y comunal en cuanto a los recursos naturales, fue,
lógicamente, imperfecto, pues coexistía con la existencia de la Monarquía. Y,
con el paso del tiempo las prerrogativas del Rey, de la Corona, fueron
ampliándose, marchitándose la vida del Concejo .
Es decir que el tiempo lo que fue provocando fue una
concentración y centralización del poder, en nombre de la eficacia, y una progresiva destrucción
de los órganos de autogobierno popular. Es la modernidad, aquella que acabó con
el absolutismo en nombre de los derechos humanos, la que prosiguió esa forma de
concentración de poder,actualizándolo bajo nuevas formas y desarrollando el aparato estatal e impulsando el
capitalismo, liquidando definitivamente, o casi definitivamente, lo que
subsistía de las antiguas formas de vida semi-libres.
Aparte del impulso a la creación de un potente aparato militar y policial, se apoyó el llamado sufragio censitario, o democracia representativa, donde inicialmente sólo un porcentaje mínimo de la población podía votar, para posteriormente irse ampliando. Pero, como vemos, acabó vinculándose democracia, o autogobierno del pueblo, a gobierno de una minoría. Por otra parte, la propiedad comunal, base de la democracia concejil en el terreno económico, fue comprada o expropiada por el Estado, para posteriormente ser privatizada. Esto, junto con la creación de industrias de guerra por el Estado para su política imperialista o de defensa exterior, supuso la expansión del sistema capitalista con el consiguiente impulso a la creación de instituciones bancarias y la monetarización de la vida de la población progresivamente.
Con todo esto lo que queremos expresar es que la situación
político-económica del mundo desarrollado actual es fruto de una lenta evolución que supone
el crecimiento y triunfo de poderes verticales en todos los ámbitos de la vida,
es decir la demolición de la posibilidad de nacimiento de una democracia política entendida como federación de
Consejos o Concejos desde vecinales hasta comarcales, nacionales o
internacionales incluso, es decir de abajo a arriba, para crear en su lugar un aparato
estatal desde el cual una oligarquía crea las diversas leyes con las que
pastorear a la población. Mientras, en el ámbito económico, la privatización o
estatización de la tierra y los recursos naturales- así como empresas e industrias-,
supone también liquidar cualquier vida democrática en el terreno laboral .
Toda esta maquinaria opresiva, unida al gran poder de
multinacionales, banca y demás sistema financiero, al crear una visión de la vida donde todo es
dinero y donde todo debe esperarse de las alturas, nunca de los iguales o de las
redes horizontales, junto con el control político-empresarial de los medios de
comunicación y el enorme desarrollo de sistemas tecnológicos y educativos
manipuladores de la conciencia ha
alcanzado su punto culminante en nuestros tiempos. Pero tal sistema se está
desmoronando en nuestros países, entre otras circunstancias por la
artificiosidad y la dificultad de sostenerlo. Pero también porque otros países
piden el paso. De ahí el empeño de las oligarquías político-económicas de hacer
recaer el peso del derrumbe en el rebaño asalariado y reforzar sus cadenas para intentar competir con las nuevas potencias.
Estamos asistiendo, cierto, a protestas de diferentes
sectores sociales, desde la educación a la sanidad, entre otros más. Pero estas
protestas de clases medias lógicamente asustadas por el empobrecimiento, parten
de un error de base. Y es que sólo centran su atención en las consecuencias de
la crisis, no en sus causas. No viendo, o no queriendo ver su raíz profunda,
anhelan volver a la sociedad granja o de consumo de antes de la caída. Pero es
esa misma sociedad, esa cosmovisión de la vida en todos sus aspectos con la
consiguiente jerarquización y monetarización de toda actividad la que ha creado esta situación.
Usando una metáfora nuestras protestas serían como la de perrillos falderos
que, ante la disminución en la ración de alimento que le ofrecen sus amos,
reaccionan gruñendo y ladrando, sin ver más allá.
Si el objetivo de la sociedad, nuestro objetivo, se limita a
intentar volver a épocas de consumismo con menos paro y más dinero para todos,
estaremos derrotados por la clase dirigente.
Tenemos que ser capaces de pensar alternativas, que no pasen por las vaguedades de los partidos, sindicatos y grupos izquierdistas-sostenedores del sistema que nos ha conducido a este camino- o simplemente críticos superficiales de la situación, con su buena fe, que no negamos .Pretender meros cambios estéticos tales como nuevos procesos constituyentes para lograr nuevos y mejores amos, una República de la que se espera que nos salve de los males, la tasa Tobin, la reforma de la ley electoral, unas gotas de la moda decrecentista o un llamamiento a una economía sostenible que no se sabe bien en que consiste, son senderos que a nada conducen. También tenemos que acabar con la mentalidad pasiva, heredera de las leyes de la historia marxista que sostienen que el capitalismo se está hundiendo sólo. Hay muchas personas que confunden la crisis del capitalismo de nuestros países, es decir de las antiguas potencias dominantes con la crisis global del capitalismo. Esto es un error, porque las potencias emergentes traen consigo el capitalismo, o una mezcla de capitalismo y socialismo como China, es decir tienen el mismo sistema socioeconómico que el que tenemos nosotros. Pero hemos de ser capaces de ver la dura realidad y constatar que, nuestro lugar de privilegiados, está desapareciendo y, quizá, en un futuro próximo, si no lo remediamos,nosotros ocuparemos el lugar de mano de obra barata, comprendiendo entonces la realidad de nuestra caduca y pasada opulencia, basada en parte en la explotación feroz de trabajadores de países pobres, que son los encargados de realizar, aún hoy, los cachivaches tecnológicos que tanto nos entusiasman.
Necesitamos ser capaces primero de pensar una verdadera
alternativa, una alternativa autogestionaria. Una alternativa de este tipo pasa
por ser capaz de reflexionar sobre como construir una sociedad autogestionada,
una sociedad que se tome en serio la idea de acabar con el trabajo asalariado y
la concentración de poder en todos los niveles para construir la democracia en
su verdadero sentido. La de individuos y trabajadores que no buscan el lucro y
la competencia , sino el bien común, la cooperación y la libertad frente al
dirigismo y las formas de propiedad que dan dominio a unos frente a otros. Se
necesitan reestablecer lazos horizontales de apoyo mutuo y, mientras el dinero
sea necesario, defender alguna forma de finanzas éticas, o de moneda que no
pueda acumularse o dar poder a unos sobre otros. Las grandes urbes deberán ir
dejando paso a núcleos de población donde sea más factible el reencuentro con
la libertad perdida, la libertad política del vecindario, del barrio. Un
sistema socialista autogestionario- no confundir con socialdemocracia o comunismo- deberá evitar todo mecanismo de
adoctrinamiento o manipulación, favoreciendo la pluralidad y la libertad de
conciencia. En tal sociedad, el tiempo de silencio para la reflexión será
fundamental. También la alternativa autogestionaria tendrá que ser capaz de
plantear una carta de derechos y deberes, una nueva y elevada moral, un sentido de la vida no materialista que el sistema dominante no ofrece, pues sólo es un vacío de consumir y enriquecerse. Sólo dando
una gran importancia hacia los deberes, entendidos como deberes de servicio y
ayuda a los iguales podrá surgir una nueva civilización pues los derechos sin
deberes suponen ponerse en una postura de inferioridad, de aceptación de que se
es un menor de edad que tiene que ser dominado por otros a cambio de ciertas
migajas. Y como podemos observar, los derechos, igual que se otorgan, son eliminados
cuando ya no interesan. Y más allá de esto es imprescindible ir elaborando una
estrategia a años vista, pues el esfuerzo de reconstrucción es de muchos años.
Somos conscientes de que hoy por hoy hay muy poco en nuestra
realidad que pueda servir como núcleo de ese futuro. El 15- M, en sus
comienzos, se acercaba a estos planteamientos, pero poco queda de él y lo que
subsiste se está alejando de estas ideas. La Cooperativa Integral, nacida en
Cataluña, y que en otras zonas de España se está copiando, es la forma de
organización más afín, al plantear formas de vida económica lo más
independiente posible del Estado y el capitalismo.
Del Concejo medieval al anarcosindicalismo y sus colectividades en la guerra civil, las experiencias pasadas de autogobierno político y económico nos sirven de estudio, pero el presente tiene que seguir una nueva forma. Una forma no sectaria, que pueda integrar a la mayoría de la población poco a poco, que habite con ellos, no en ghetos, ni se crea en posesión de la verdad. Que construya sus pequeñas alternativas en medio de esta sociedad, para que pueda ser observada y analizada en lo bueno y lo malo por todo el que quiera.
Todo esto es muy complicado , pero si no somos capaces de
estructurar algo parecido, de dejar aunque sea un sustrato en el presente de
real alternativa para que una hornada de nuevos seres más concienciados y
creativos puedan usarla para expandirla en el futuro, seremos más y más
destruidos y más y más arrastrados allá donde los amos decidan.
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