lunes, 25 de febrero de 2013

Cartas filosóficas

Uno de los filósofos de la antiguedad más leído, del que más textos se conservan, y, en nuestra modesta opinión, uno de los más amenos de leer es el cordobés Séneca. Hombre de vida intensa y dedicado a muy variadas actividades, de la poesía a la oratoria, la política y la escritura, acabó sus caminar por el mundo suicidándose al ser acusado por Nerón de formar parte del núcleo de personas de influencia que intentaron asesinarle.

Pues bien, uno de los libros que recomendamos de este pensador de la Stoa tardía es Cartas filosóficas. Se trata de una selección de algunas de las cartas que envió a su joven amigo y discípulo Lucilio. En ellas, siguiendo un estoicismo abierto, escuela filosófica de pensamiento a la que se adscribía, intenta dar respuesta, desde el punto de vista de sus ideas, a numerosos interrogantes de orden ético.

En Cartas filosóficas se presentan opiniones sobre la amistad y la necesidad de rodearse de amistades pero selectas, bien elegidas, en el sentido de personas dotada de valores elevados, pero también nos enseña a ser fuertes y aceptar la soledad, la falta de compañía si estas no aparecen. Siguiendo la doctrina estoica, en numerosas cartas aparece la defensa de la fortaleza interior para evitar el miedo al dolor y a la muerte y también a la pobreza, indicando que la riqueza fundamental está en el interior de la persona, en la virtud, en acercarse a la sabiduría. Los estoicos, como los cínicos por otra parte, nos enseñan a mantenernos firmes antes los golpes de la vida, pues esta no es sólo placer, ni goce, sino que implica un grado elevado de dolor e infortunio, y para eso debemos estar preparados .

La enfermedad, el suicidio, que el defiende, pues considera que cada cual debe retirarse del escenario teatral en que participamos cuando estime conveniente, la defensa del buen trato y la amistad hacia los esclavos, la bondad del ejercicio físico, aparte del espiritual, la naturaleza como guía frente a la embriaguez, o al trasnochar, son algunos de los múltiples puntos que ofrece como reflexión a su amigo.

Nosotros, por nuestra parte, sólo podemos animar a quien quiera acercarse a la filosofía sin miedo a que lea a Séneca, bien estas Cartas, bien otros textos como Sobre la Felicidad, Tratados Morales u otros.

Frente, sobre todo, al oscurantismo y el lenguaje incomprensible y forzadamente intelectual, como si quisieran demostrar lo brillantes e inteligentes que son de muchos filósofos modernos, Séneca, se compartan o no sus ideas, es cercano, comprensible, como ese amigo ya entrado en años al que escuchamos y pedimos consejo en nuestras andanzas por la obra que representamos, antes de que se baje el telón.


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