sábado, 7 de septiembre de 2013

La filosofía como forma de vida

La filosofía como forma de vida es el  sugerente título de un libro de entrevistas a un filósofo francés, desgraciadamente fallecido hace pocos años, Pierre Hadot, autor que tiene un concepto de la filosofía antigua muy interesante y que plasmó en varias de sus obras.

La primera parte de la obra es quizá la menos entretenida, pues es un repaso a su vida, centrándose especialmente en sus años de seminarista y religioso en el seno de la Iglesia católica, hasta que una serie de discrepancias le hicieron abandonar la fe católica.

La última parte, que es la más apasionante para nosotros, se centra en su idea central de la filosofía clásica, no como habitualmente se piensa en ella y en la moderna, es decir sistemas teóricos y abstractos, ajenos al interés de la mayoría de la población, y sólo apta para intelectuales o gente con una alta formación, sino como forma de vida.

En este aspecto, según Pierre Hadot, los antiguos distinguían entre discurso filosófico, o teoría sobre la vida y sus problemas , de la vida filosófica. Vida filosófica que para él consistía en que para los hombres de la antiguedad clásica, el filósofo debía vivir acorde a sus principios. De ahí que, para el mundo grecorromano, personas que no escribían o no daban discursos, por su destacada o peculiar forma de vida se considerasen filósofos a todos los niveles. Y, entre ellos, nos encontraríamos a los cínicos, como el famoso Diógenes, que no tenían apenas doctrina pero que vivían en un desapago casi absoluto a las riquezas materiales, es decir eran coherentes con lo que predicaban.

También destaca la idea práctica que el denomina como ejercicios espirituales, que, pese al nombre, no deben confundirse con las prácticas espirituales de las religiones como la cristiana, sino que eran prácticas voluntarias destinadas a lograr una transformación interior en la persona, con diferentes propósitos, como alcanzar una mayor sabiduría, o preparaese para afrontar los golpes y penalidades de la vida, o para ser mejores personas, haciendo exámenes de conciencia, por ejemplo.

Otra idea interesante del libro, es la insistencia que ponían los filósofos clásicos en vivir y concentrarse en el momento presente, en vez de en el pasado y en el futuro, así como en lograr una conciencia cósmica, o sea el sentir que formamos parte de un todo.

Por sus páginas aparecen Séneca, Epicteto, Marco Aurelio, Epicuro, Plotino... pero también pensadores modernos como Foucoult, Goethe...

Se trata de un libro de un autor muy interesante y necesario para quien quiera acercarse a la filosofía sin miedo, y dando una visión de ésta muy diferente de la contemporánea. Porque, como dijo Henry David Thoreau, en la actualidad no hay filósofos, sino profesores de filosofía.

Y es que los clásicos nunca mueren, son eternos y, a veces, superiores a los modernos, con sus discursos tan profundos que nadie entiende y que para nadie sirven de ayuda.






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