viernes, 1 de noviembre de 2013

Contra la perfección. La ética en la era de la ingeniería genética




Interesante libro escrito por el profesor norteamericano Michael Sandel en el que se reflexiona sobre las esperanzas y las amenazas de la ingeniería genética.


Los avances en esta ciencia y la posibilidad tanto de curar enfermedades como de acabar clonando seres humanos o crear personas a la carta hace que sea imprescindible meditar sobre un asunto que puede tener graves consecuencias en un futuro no muy lejano.


El autor nos sitúa claramente ante los dilemas morales, presentando las posturas a favor y en contra de la manipulación genética, la de quienes consideran positivo mejorar a los seres humanos en todos sus aspectos, desde la inteligencia hasta la altura, la fuerza física, la salud… y la de quienes lo consideran negativo, pues consideran, por una parte, que se podría dañar la autonomía, libertad e igualdad entre los seres humanos, con el peligro de llegar a crear granjas de embriones a los que manipular o dividir a la población en dos castas, la de quienes tuvieran medios para crear hijos a la carta, y la de los que no los tendrían.


Sin embargo para Sandel la crítica a la ingeniería genética en lo que no sea cura o mejora de enfermedades no debería centrarse en la falta de autonomía o equidad, argumentos habituales en sus oponentes sino en los de la defensa del don frente al dominio.


Reflexionando sobre varios aspectos relacionados con el tema, como el dopaje en el deporte  y el uso de crecientes métodos para optimizar el rendimiento frente al esfuerzo y los dones naturales; la presión de muchos padres para que sus hijos rindan cada vez más en sus diversas actividades, el creciente uso de drogas con los que se trata a los niños,-lo que para nosotros supone un peligro creciente, pues supone ni más ni menos una mentalidad de padre diseñador y de hijo diseñado, disfrazado de amor y deseo de felicidad y éxito para sus descendientes- y la extensión de la nueva eugenesia, que no propugna la esterilización forzosa o exterminio de diversas capas sociales consideradas inferiores, sino la manipulación en nombre de la mejora general de la especie o de la mejora de la competitividad laboral o económica, en principio de manera no coactiva;  el autor considera, como hemos dicho más arriba, que lo que realmente y con más argumentos cabría oponer a la manipulación genética sería la defensa de valores como la humildad y la solidaridad y la visión de la vida como un don.


Para el autor, en un mundo que prima o valora el dominio y el control, la crianza debería ser una cuestión de humildad, de apertura y respeto a lo recibido, a eliminar las ansias de control, muchas veces realizadas con el argumento de lograr la mayor felicidad y bienestar de los hijos.


De manera ingeniosa, Sendel sostiene que el control genético destruiría los lazos solidarios, pues las personas que pudieran costearse buenos genes no querrían compartir ningún seguros o sistema solidario de seguridad social con quienes no pudieran o quisieran usar las técnicas manipulación genética en sus descendientes.


Sólo una sociedad que valore los dones, su contingencia y la consciencia de que nadie es plenamente responsable de sus éxitos puede mantener ciertos vínculos solidarios y evitar una meritocracia cada vez menos compasiva


Por tanto el éxito de la ingeniería genética podría reflejar ,como dice al final de la obra el autor, la máxima expresión de vernos en la cima del mundo, de dominar la naturaleza, destruyendo nuestra apreciación de la vida como un don.


Al final del libro se incluye un epílogo en el que se argumenta en defensa de la investigación con células madre, propugnando, eso sí, tratar a los embriones con cierta consideración.


Por su interés y su amenidad en tratar sobre un tema de candente actualidad, recomendamos la lectura de Contra la perfección, echando en falta sólo una cosa, un mayor tratamiento del peligro y la amenaza real que supone que no sean las familias las que utilicen los avances en ingeniería genética para mejorar a sus hijos, sino el poder en última instancia; la conjunción de Estado y empresas que siempre buscará la mejor manera de manejar y manipular a los seres humanos para crearlos lo más sumisos y moldeables posibles, perfectos súbditos y consumidores.








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