sábado, 7 de diciembre de 2013

El malentendido





En las Naves del Matadero se está representando una interesante obra del escritor y premio nobel Albert Camus. Escritor de origen argelino, huérfano y de familia muy humilde, hombre apegado siempre a la justicia, defensor del honor, la ética, la verdad y la dignidad, un solitario y solidario, como se definió en alguna ocasión y muy cercano en sus ideas y forma de entender la vida de quien esto escribe.

Tuberculoso, su prematura muerte en un absurdo accidente de tráfico, no le impidió dejarnos una serie de textos, tanto novelas como teatrales donde reflexiona sobre la condición humana y sus problemas, problemas que estallaron de forma dramática durante la primera mitad del siglo veinte, con las guerras mundiales y civiles., como la española-país que siempre llevó en su corazón, defendiendo a los republicanos exiliados españoles y llegando a escribir algunos artículos para la prensa anarcosindicalista de los desterrados-, las dictaduras, el problema colonial y otros conflictos que provocaron millones de víctimas.

El malentendido, inspirado en un caso real, nos cuenta el regreso, tras veinte años de ausencia de un hombre, al país y a la casa donde se crió.

Soñando con darles una alegría, con llevar a su madre y hermana la felicidad que no tienen en un país europeo triste, lluvioso y empobrecido-nunca se dice el nombre- decide sorprenderlas mientras busca las palabras más adecuadas para expresar sus sentimientos, su afecto en una visita sorpresa.

Pero lo que parece llevar un camino de alegría, se va tornando tragedia al descubrir el espectador cuáles son las actividades a que se dedican madre e hija, que sueñan con abandonar aquella lúgubre tierra, aquellos pesados muros, aquella pesada carga de habitar un lugar en el que no pueden encontrar la  felicidad, el amor, la libertad, la prosperidad.

En esta obra aparecen algunas de las reflexiones de Camus que podemos ver dispersa en todos sus libros, como la soledad, la justicia, la muerte, los sueños, los deberes, la tragedia de ser seres pensantes, siempre angustiados por tomar una u otra decisión, por no equivocarnos, la intuición de que la verdadera felicidad es, en el fondo, el ser seres inertes, como piedras o guijarros, que nunca se ven asaltados por el tormento de reflexionar.

La sensación de que la muerte es el verdadero descanso, el fin de la tragedia del existir. Pero también, y fundamentalmente, El malentendido nos acerca al dilema moral, a la elección del mal o del bien, a la aceptación o rechazo de que el fin justifica los medios.

Dura y trágica, recomendamos acercarnos a ver esta obra de teatro aunque al final salgamos acongojados, sin rastro de felicidad ante lo que se va desplegando ante nuestras miradas, pero que nos hará reflexionar sobre la vida y sobre la muerte , sobre si ésta última no puede ser, en última instancia, un bien, tras el dolor implícito en toda existencia racional.


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