domingo, 23 de febrero de 2014

Her: amor tecnológico

Queremos recomendar esta semana una película atrevida, visionaria, cómica y a la vez profunda, arriesgada, de eso filmes que, a la mínima, pueden venirse abajo por la complejidad del tema, y la incertidumbre sobre si el espectador logrará sentirla o no creíble.

Y creemos que Her lo logra con nota, tanto por el lleno de las salas como por los comentarios de la gente a la salida.

La película nos traslada a un futuro cercano, un futuro donde empiezan a desarrollarse Sistemas Operativos o informáticos con conciencia propia, capaces de entender y adaptarse a los sentimientos y estados anímicos de sus usuarios.

El protagonista, Theodore, es un hombre solitario, aún afectado por la rotura de una relación, que trabaja escribiendo cartas de amor en ordenadores en los que ya no se teclea, sino que escriben solos, siguiendo  las frases que dicta la persona. Un día, decide comprar un sistema informático inteligente para, fundamentalmente, paliar su soledad, y la dificultad que tiene en entablar relaciones sólidas con personas y en mostrar sus sentimientos, sus emociones.

Sin embargo, poco a poco, empieza a enamorarse de la voz femenina del sistema, iniciando, tanto él como ella una transformación positiva que le lleva, a él, a ser capaz de empezar a manejar sus emociones y a ella, a evolucionar y a crecer en conciencia, a sentirse más segura, a ver que carecer de cuerpo no es, como sentía al principio, una carencia, sino una ventaja, pues, como expresa en una interesante conversación con su pareja humana y unos amigos de éste, no está atada, como nosotros, al espacio tiempo.

Con diálogos y situaciones divertidas y delirantes Her es una reflexión sobre la soledad del hombre actual, sobre la fragilidad de sus relaciones, brillantemente reflejada en las rupturas matrimoniales por cualquier nimiedad y sobre la diversidad en la evolución de los miembros de la pareja como causa fundamental del fin de las relaciones; así como sobre nuestra creciente dependencia de la tecnología como forma de llenar ese vacío, esa soledad. Y también sobre la posibilidad, nada quimérica, de que a medio o largo plazo se acaben creando sistemas informáticos inteligentes,autoconscientes, con la probabilidad de que terminen estableciendo relaciones de amor y amistad con los humanos.

Lo mejor de la película es que no es maniquea, no condena al protagonista ni a los que, como él, se enamoran de máquinas inteligentes ni presenta a éstas, como otras películas que todos tenemos en mente, como una amenaza a nuestra especie. Simplemente intenta explicar el porqué podría darse esa situación.

Y lo hace de manera creíble, con un final profundo y poético que nos gusta y nos hace pensar.




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