jueves, 24 de abril de 2014

La clase media en la encrucijada


Desaparecida hace mucho tiempo la mentalidad de clase obrera y su espíritu solidario y cooperativo, así como toda su cultura específica, que iba desde los ateneos a las escuelas libres, mutualidades, grupos teatrales, grupos naturistas y todo un cosmos de vida y valores en cierto sentido paralelos al mundo burgués y capitalista debemos meditar sobre la situación de la antaño triunfante clase media, o, en muchos casos supuesta clase media, ese sector de engreídos e hipnotizados, que miran por encima del hombro a los trabajadores manuales, en el que casi todo el mundo se sitúa o sueña con estar, sector que ha absorbido los subvalores del capitalismo, junto con los restos de la vieja clase obrera.

Pues bien, la crisis económica, la ha situado ante una encrucijada inesperada, y es que el espejo deformado en el que se contemplaban, ese espejo  que les hacía parecer más listos, guapos, altos y fuertes de lo que eran, se ha roto en mil pedazos. Su paraíso de crecimiento y progreso material perpetuo, de goces materiales aunque fuera a costa de esquilmar a medio mundo, su pretensión de tutear y pensar que los capitostes del Estado y el capital eran sus aliados y que nunca les traicionarían, que siempre les necesitarían, su materialismo chusco, ya sea en su sector laicista y anticlerical ya en el clerical o seguidor de un cristianismo degradado y sin aristas ,su idea de que no son necesarios los ideales emancipadores, considerados una pérdida de tiempo, algo de ingenuos o del pasado, pues lo importante era disfrutar la vida, se está evaporando.

Ante la situación actual, a riesgo de simplificar, podemos distinguir dos facciones en el seno de lo que llamaremos clase media: la de quienes apoyan la reconstrucción del capitalismo o la aceptan con resignación, lo que no deja de ser lo mismo, creyendo que todo pasará y que su clase, la clase media, volverá al nivel de vida anterior, a seguir disfrutando de un alto nivel de consumo, volviendo a abrazar a las clases dirigentes. Estos sectores, que políticamente irían de la socialdemocracia a la derecha, pasando por centristas, liberales, transversales, apolíticos y demás olvida que la mengua en las clases medias y su nivel de vida, si nos situamos en España, viene de lejos. La disminución de salarios y la precarización laboral no es de ahora .Ahora, simplemente, se está reforzando todo eso, provocando una contracción en el número de la llamada clase media, aunque la inercia siga haciendo que la gran mayoría de la población se etiquete como tal. Por otra parte, en su ingenuidad esta facción no tiene en cuenta que la casta dirigente, para reconstruirse, no le importa reducir todo lo posible el antaño potente sector de clase media y reducirlo a un esqueleto, pues, por mucho que se nieguen a verlo, para el capitalismo somos trapos de usar y tirar, y no están obligados a casarse con nadie. De hecho, lo que viene, parece ser una cada vez más adelgazada clase media con un paro alto y una creciente clase baja, con empleos esporádicos, a tiempo parcial...Por tanto este sector no debería olvidar en su apoyo suicida que, en realidad, está condenando a sus hijos y seres queridos a una realidad sombría.

El otro sector lo definiríamos como la burguesía partidaria del capitalismo de Estado. Aquella partidaria de volver al año 2006 pero con un Estado fuerte, en el sentido de que impulse el llamado sector público, nacionalice la banca y sectores económicos, incremente las prestaciones estatales, unido a una defensa, en general de la llegada de una Tercera República y de un cambio constitucional o nuevo proyecto constituyente, como gustan de decir, creyendo que eso es la solución de los males. Digamos que es el ala izquierdista de las clases medias ,que, aunque a veces usan un discurso obrerista, e incluso de lucha de clases, en realidad tienen también valores plenamente burgueses, y su obrerismo es el heredero del tinglado engañoso de Marx y sus continuadores: ellos, sus partidos y sus intelectuales son los encargados de liberar a los trabajadores, pobres incultos que no pueden emanciparse por sí mismos . Es decir su discurso de lucha de clases, no es más que el motor para lograr el ascenso de una nueva casta dirigente.

En realidad, el ala izquierdista de la burguesía, pese a su aparente radicalismo, lucha contra las consecuencias de la crisis, pero no ven sus causas. Pretenden, en su quimera ,que puede lograrse un Estado popular, que ame y sirva al pueblo, lo que la historia repetidas veces ha mostrado como falso .Son, en realidad, mesiánicos anticlericales, ansiosos de encontrar un líder libertador. Caído el Muro, sus modelos están en Chávez y otros demagogos por el estilo.

Ambas facciones, sin embargo, y aunque a veces puedan contemplarse como enemigas comparten la misma mentalidad de fondo: la obsesión bienestarista y materialista de la existencia. Y esto es lo que muestra el rotundo éxito del sistema, la inoculación de sus infravalores: en frente  tienen una masa, carente de un ideal elevado, que sólo ansía vivir bien.

Esto es algo tristemente lógico: años de “cultura” basada en la persecución del éxito personal, de encumbrarse frente a otros, de tener como meta el ascenso laboral, en una palabra, de ser clase media, contribuyen a imposibilitar el nacimiento de un pensamiento emancipador, de ahí que no observemos apenas ningún proyecto de cambio real, pues la mentalidad de clase media a lo más que llega es a la queja y a pedir algunos cambios a los viejos o nuevos jerarcas, pues rechazan o les aterra la idea de autooorganizarse y construir un nuevo mundo desde la bases, pues eso implica esfuerzo individual y colectivo y riesgo, lo que va contra su espíritu mitad pasivo mitad pedigüeño, individualista y jerárquico, bienestarista y hedonista, de derechos sin deberes.

De ahí que incluso entre algunos que intentan no quedarse en las consecuencias de la crisis sino ir más al fondo de los problemas, como los decrecentistas, al final no sean tampoco capaces de propugnar una alternativa seria que vaya más allá de vaguedades antidesarrollistas, y, por tanto, en realidad, su pensamiento no pase de ser una pose intelectual, una moda destinada a desaparecer.

Por tanto el primer paso para poder organizar una resistencia seria es destruir en uno mismo la mentalidad burguesa, los “valores” de la clase media que son los del sistema en sus diversos coloridos. Y retomar los valores positivos de autoconstrucción individual y colectiva de los primeros tiempos de la clase obrera, antes de que fueran enterrados primero con el triunfo de las cosmovisiones dirigistas y elitistas de socialdemócratas y comunistas-¿qué necesidad hay de construir una cultura propia si la meta es que un partido y sus dirigentes nos gobiernen y salven?- y luego con la plena aceptación del inhumano ideario capitalista, pero también los de la cultura clásica, aquéllos hoy enterrado y que nos animaban a defender la virtud, la moral, la aceptación del dolor y de los fracasos y golpes de la vida.

La era de la clase media es la era del vacío, de la destrucción del arte bello y con sentido, sustituido por el marketing y la publicidad, por la escultura, pintura y arquitectura sin alma, sin belleza;  la era del triunfo de la fealdad y la tecnolatría sin humanismo, la era de lo efímero, del usar y tirar, de lo superficial y banal. La nueva era debe implicar el triunfo de lo opuesto a esta civilización burguesa que pasará a la historia como la del triunfo de la  Nada.

Sabemos que, hoy por hoy, no hay ningún colectivo social que represente los valores emancipadores, y que probablemente nunca exista .Será obra de individuos aislados que comiencen a unirse, comprendiendo la necesidad de pasar del aislamiento a la asociación, de la reflexión a la lucha colectiva. Llegó la hora de pasar de pedir a construir.



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