Hemos escrito en varias ocasiones en este blog sobre la
nueva guerra fría y la nueva división en bloques, muy similar, por no decir
casi idéntica, en sus protagonistas principales, Rusia y China, por un lado,
USA y Europa por otro, a la anterior situación de división y enfrentamiento.
Comentábamos, a tenor de lo que estaba aconteciendo en
Ucrania, el para nosotros claro error estratégico del, para definirlo de alguna
manera, Bloque Occidental, entrometiéndose en un país a las puertas de Rusia
sin haber tenido en cuenta el aviso de ésta en el caso sirio. El intento de
derribar al gobierno afín a Rusia-que no negamos fuera corrupto y
autoritario- ha dado como resultado la respuesta rusa que está intentando, y
con éxito de momento, dividir en dos Ucrania, la antirrusa y prooccidental-o
supuestamente prooccidental, pues en este sector hay grupos nacionalistas y más
o menos fascistas, que, en realidad, más que partidarios de la Unión Europea
son enemigos, por historia y tradición, de Rusia- por un lado, y la afín por
otro. Esto hace que el país se esté deslizando peligrosamente hacia una guerra
civil, guerra civil de peligrosas consecuencias, pues no debemos olvidar que en
Ucrania están metidos de lleno las potencias enemigas de la Guerra Fría actual
y la intervención clara, en algún momento, de alguna de ellas, puede desembocar
en la internacionalización del conflicto.
Y conviene no olvidar que España está en la OTAN, y, por
tanto, no nos salvaríamos de las consecuencias.
Más allá de Ucrania hay otros síntomas inquietantes que nos
indican cómo se van delimitando con claridad los dos bandos. Para dentro de
pocos días, Rusia y China han previsto unas maniobras militares conjuntas en el
Pacífico, donde Japón y China se disputan la territorialidad de algunas islas.
Pero, más allá de el enfrentamiento por unas islas, este hecho nos indica que
se está fraguando una alianza militar ruso-china, una reedición, en cierto
sentido, del antiguo Pacto de Varsovia para enfrentarse, si llega el caso, a la
OTAN. Y es que hasta que explotó el conflicto ucraniano, la política
norteamericana estaba encaminada a aislar a China todo lo posible en la zona
del Pacífico, desplegando tropas en aquel lugar intentando evitar, o retrasar
todo lo posible, su ascenso como primera potencia mundial.
Como todo Imperio en declive, USA y la Europa Occidental, en realidad sus comparsas, intentarán jugar todas sus bazas para evitar que otros
ocupen su lugar, lo que no significa quepas nuevas potencias que pueden ocupar su lugar sean mejores, al revés. Convendría no olvidar que si el gobierno norteamericano ha espiado a todo el mundo, en Rusia se asesina a periodistas disidentes y eso por no hablar de China, carente de toda libertad individual y social.
Pero, más allá del movimiento de potencias en el tablero
mundial, nuestra preocupación reside en las gentes o pueblos del mundo, en que
puedan, o podamos volver, a ser usados como carne de cañón en una hipotética Guerra Mundial.
Hemos de ser conscientes y reconocer sin miedo que, si este
conflicto se diera, iríamos nuevamente al matadero.
No existe, hoy por hoy en el mundo, ninguna fuerza
democrática, internacionalista y popular que pueda enfrentar unas ideas, unas propuestas, unas
prácticas, a los países en conflicto. Hoy, de Oriente a Occidente, del mundo
islámico al cristiano, del hinduista al budista, o incluso al agnóstico y
laicista el ideal es el mismo y el sistema, con algunas diferencias, muy
similar. Competitividad, enriquecimiento, voluntad de poder, codicia,
tecnolatría-o fe en que la tecnología nos va a liberar de nuestros males por sí
sola- crecimiento infinito, individualismo posesivo… Los viejos valores, las
antiguas tradiciones y prácticas que podían hacer sombras a las formas de
pensar impulsadas por nuestros sistemas han sido sepultadas, y lo son cada vez
en mayor medida, pues no interesan en el mundo de los negocios, en el mundo
capitalista: desde la filosofía clásica a la cultura obrera y sus creaciones de
sus primeros tiempos, así como las sociedades primitivas y comunales o las del
Concejo abierto, las cuales no pretendemos copiar, pues es absurdo pretender volver al pasado,
sino conocerlas como forma de inspiración, como forma de conseguir algo de esperanza en la idea de
que las formas de vida, ideas y organización que creemos naturales y eternas no
lo son, y podrían ser sustituidas con esfuerzo y unión.
Recuperar esas tradiciones positivas de la cultura y la
historia humana de todo el mundo, actualizándolas y enfrentándolas a la
pseudocultura actual, la del éxito de lo más bajo, la de la sociedad del espectáculo, la de las "ideologías" bienestaristas-aunque el bienestar se nos escape de las manos- incapaces de
plantearse una lucha por algo nuevo, por lo más excelente, por lo mejor, sino
por vivir mejor dentro del régimen; la del hacinamiento que
fomenta la soledad, el enfrentamiento de unos con otros, la insolidaridad; la
de las amistades cada vez más frágiles, más interesadas; la de la condena al
sexo o su extremo, la banalización; la que tiene como modelos a millonarios y
millonarias del espectáculo; la de la destrucción del arte bello; la de la
velocidad y las prisas; la del odio entre los iguales y el servilismo con
quienes mandan a todos los niveles… es el primer paso para construir una
verdadera tercera vía a nivel mundial.
Pensamos, volviendo al tema del conflicto mundial, que
probablemente volvamos a salvarnos de la destrucción, aunque sólo sea por el
miedo que se tienen unos a otros por su capacidad armamentística y la facilidad
con que podrían aniquilarse mutuamente.
Pero creemos que no podemos vivir así eternamente, cada poco
tiempo con el riesgo de que millones de personas puedan perecer por los
delirios de codicia y poder de quienes nos gobiernan.
Convendría salir de nuestras grutas y empezar a pensar en
global, para, por primera vez en la historia reciente, si llega el caso, no ir sonriendo
y cantando himnos patrióticos, enarbolando banderas y consignas detrás de los gángsteres mundiales y
dejarse asesinar pensando que el Bien está con nosotros y que los malos deben
perecer y ser derrotados, sino plantar cara.
Y es que es evidente que un triunfo de Obama o Putin ni nos
va ni nos viene, pues no dejaríamos de ser lo que somos, un rebaño al que
llevar de un lado a otro, fácilmente convencidos de que hoy lo bueno es una
cosa y mañana lo contrario. Y que si hay que despeñar a muchos, no pasa nada,
todo es por un futuro de esplendor y dinero a espuertas.
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