martes, 20 de mayo de 2014

Snowpiercer




Queremos recomendar desde estas páginas una brillante y original película de ciencia ficción, Snowpiercer-Rompehielos-.

El film comienza mostrando la preocupación mundial por el tema del calentamiento global, lo que provoca un experimento para acabar con él, experimento que resulta fallido y da lugar a una glaciación que acaba con casi toda la vida, incluyendo la humana.

Los últimos superviviente habitan un tren, con todo tipo de adelantos, que se mueve perpetuamente en círculos por toda la tierra helada.

Sin embargo en dicho tren, llamado Snowpiercer, sus habitantes viven en un estricto sistema de clases. En la sección de cola están los parias y explotados, que moran en condiciones de hambre, frío y falta de higiene hasta llegar a los primeros vagones, donde viven los pudientes.

Snowpiercer es, en realidad, una reflexión sobre la situación del mundo, sobre la situación de las personas en sus sociedades, trasladado a un microcosmos, el microcosmos de un tren, en una situación, cierto, extrema, pero reconocida por todos.

Película con múltiples lecturas nos hace pensar en temas tan variados como la división en clases sociales, la necesidad, para las clases dirigentes, de que exista un sector de excluidos a los que exprimir y usar, circunstancialmente, como ejército de reserva, como mano de obra barata. 

Pero, sobre todo, Rompehielos es un profundo acercamiento al tema de la rebeldía, al ansia de oponerse a un sistema donde  cada uno debe ocupar una posición determinada: los pobres, los zapatos, los ricos, la cabeza. Y dentro de esta rebeldía el film nos acerca, sutilmente, a las diferentes variantes y gradaciones: desde quienes se conforman con conquistar algunos vagones más, es decir quienes creen que el objetivo estriba en vivir algo mejor, de manera más desahogada-que sería la opción hoy por hoy triunfante-, a la de quienes, como el protagonista , Curtis, el líder de la sección de cola, sueñan con tomar la máquina, e incluso la de quienes intentan salirse del sistema y vivir independientemente de él. 

La película tiene en nuestra opinión uno de sus mayores aciertos  en que no sólo presenta esas posturas, sino que saca a la luz sus peligros y sus límites. Como defecto, le pondríamos un exceso de sangre en algunos momentos, que creemos innecesario.

Snowpiercer tiene también múltiples matices, provocando el interrogarnos sobre muchas cosas, como: ¿quién mueve al final del todo los hilos?, ¿somos seres libres que tomamos decisiones conscientes o, en realidad, nos asemejamos más a marionetas?, ¿necesitamos o no líderes que guíen nuestros pasos?, ¿la conquista del poder, libera o corrompe?, ¿son, en realidad, tan diferentes, en última instancia, los valores y formas de comportarse de las diferentes clases sociales?, ¿son las guerras,en realidad, una forma de mantener un equilibrio en la población?.

La película es, por tanto, una buena metáfora de la situación que vivimos. Los parias que sueñan con acercarse a nuestros vagones, y las clases medias y altas que se creen intocables, soñando a su vez que su situación de opulencia, de bienestar, de afanes y metas vacías centradas en el placer, en el goce, en disfrutar al máximo de su existencia, en ser más que el vecino y en tener más que él, va a ser eterna, que nunca va a ser destruida, intuyendo, con horror, que quizá no sea así, que probablemente, y ya empezamos a verlo, comencemos a engrosar la fila de los parias, de ese creciente ejército de reserva que hasta hace cuatro días pensábamos reservado para el tercer mundo.

Snowpiercer no sólo nos ayuda a reflexionar, sino que puede servirnos para despertarnos del sueño.




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