domingo, 23 de noviembre de 2014

El evangelio de los esenios

Escrito por el Dr Edmon Bordeaux Székely y publicado por primera vez en 1928  el libro I, llamado El Evangelio Esenio de la Paz, según el autor basado en un antiguo manuscrito encontrado en los Archivos Secretos del Vaticano; la editorial Sirio nos presenta los cuatro libros del mencionado escritor.

En los citados libros se nos presentan textos esenios en los que aparece su espiritualidad, su forma de ver y vivir la vida en comunión con la Naturaleza, con la Tierra, con lo que ellos llaman La Madre Terrenal. No deja de ser una visión den cierta manera actual, que puede conectar con una visión ecológica, respetuosa de todo ser vivo y austera en su rechazo a la riqueza material.

Eran los esenios comunidades que vivían, al parecer, en las riberas de los ríos y lagos y que practicaban una vida comunal, siendo sobre todo agricultores, artesanos y arboricultores, con un gran conocimiento de los suelos y los cultivos, lo que les permitía vivir dignamente en áreas más o menos desérticas y con un trabajo mínimo.

Rechazaban la esclavitud y no había pobres y ricos entre ellos, pues eso suponía estar en contra de la Ley, Ley cuyo conocimiento les permitía cubrir las necesidades materiales sin gran esfuerzo, entre otras cosas por que rechazaban basar la vida en la búsqueda del enriquecimiento y la acumulación, en la creación de necesidades continuas, al contrario que en el delirante mundo moderno.

Combinaban el trabajo manual con el estudio de diversas materias. Su vida era sencilla y frugal, levantándose antes del sol para estudiar y comulgar con la Madre Terrenal, bañándose en agua fría y vistiendo sus blancos ropajes. Tras el trabajo en los campos comían en silencio y acababan sus comidas entonando plegarias. Parte de la noche la dedicaban al estudio  y a la comunión con las fuerzas celestiales. Para algunos evitaban la carne y las bebidas fermentadas, aunque otros rechazan que fueran vegetarianos.

La admisión en la fraternidad o hermandad requería de unos años de trabajo de iniciación.

Sobre ellos nos han llegado testimonios, a veces contradictorios, como el de Plinio o Josefo, que nos los presentan, con las diferencias mencionadas, como buscadores de una vida virtuosa, basada en el amor y la justicia hacia todo hombre, muy religiosos, acogedores en su seno de gente que huía, hastiada, de su vida, buscando otra cosa, darle un sentido diferente a su existencia, lejos de los centros de poder, miseria, opresión,materialismo y corrupción, generalmente las ciudades. Evitaban el comercio, así como comprar o alquilar tierras. Algunos eran célibes, pero no todos, y a veces adoptaban niños.

Su pensamiento, según el autor de los textos, se asemejaba en parte al de los estoicos o los pitagóricos, entre otros. Es decir al de las grandes corrientes filosófico morales y espirituales de la humanidad, aquéllas que han sido trituradas por una doble presión: la de los fundamentalismos religiosos y la del laicismo hedonista, consumista e inespiritual.

Los breves textos esenios son alabanzas al Ángel del Sol, de La Vida, de La alegría, del Aire, del Amor, del Agua, a las estrellas... Es decir son cánticos a la Naturaleza, al Cosmos o Padre Celestial.

En tiempos en que sólo cabe el autoexilio interior, pues no tenemos comunidades a las que acudir en busca de una vida libre, solidaria y con sentido, espiritual en su sentido positivo, la esperanza en que germinen comunidades con similitudes a las esenias, que puedan ir construyendo una sociedad paralela, una escisión parcial de la humanidad-con un pie fuera y otro dentro de la sociedad de la época, como vivían en realidad los esenios- es lo que puede ayudarnos a resistir el vendaval siniestro del mundo moderno, la muerte en vida a la que parecemos condenados.


No hay comentarios:

Publicar un comentario