lunes, 22 de diciembre de 2014

La agonía del Eros

Comentábamos en el anterior escrito del blog tres libros de Byung-Chul Han centrados en el mundo digital y las consecuencias, a su modo de ver más negativas que positivas, que tal revolución está trayendo a nuestras vidas.

Pues bien queremos comentar, para finalizar con este autor, un libro no menos interesante y que hace pensar en relación al tema del amor, el erotismo y la sexualidad: La agonía del Eros. Si en los libros sobre el mundo de las redes su postura contradecía la dominante que lo ve como un espacio de libertad y de comunidad, en esta obra también se opone al pensamiento tan frecuente de que vivimos una época de exaltación del Eros, de un erotismo por finan naturalizado.

Su tesis es que en la sociedad del rendimiento, del narcisismo creciente, lo que él llama en un momento el Régimen del Yo, al erosionar al Otro, el erotismo va languideciendo. Esa sería, en su opinión, la causa fundamental de la agonía del Eros, más que el mundo de posibilidades ilimitadas que producen las nuevas tecnologías en el ámbito de las relaciones, como sostienen algunos pensadores.

Para los sujetos crecientemente narcisistas de la sociedad actual, narcisismo impulsado por el capitalismo pero también por la tecnología digital, el mundo, el o los Otros son proyecciones de sí mismo, donde la negatividad, la alteridad del Otro, debe limitarse o reducirse en todo lo posible frente a la positividad, los sentimientos agradables, el disfrute, la excitación sin consecuencias. Pero el Eros requiere de un Otro, de una salida de sí mismo, de un vaciamiento interior para poder desplegarse.

Para el capitalismo, todo debe acabar lentamente sometido al consumo, a la mercantilización o monetarización, a la exposición como mercancía; de ahí el incremento de la pornografía, la conversión del Otro en objeto sexual. Se va desarrollando una sociedad pornográfica que es, en realidad, la antípoda del Eros, pues provoca la destrucción misma de la sexualidad, al convertirse ésta en objeto de consumo, de exposición visual,donde desaparece la seducción, los velos, la fantasía,el insinuar sin mostrar claramente, elementos imprescindibles para mantener el Eros vivo.

En opinión de Han, la debilidad de la pareja, de las relaciones  amorosas en el tiempo presente no tiene nada que ver con el exceso de imaginación o fantasía, sino con unas expectativas demasiado altas respecto al Otro, lo que hace que muchas veces no se soporte el choque con la realidad. Es como si no se quisiera reconocer las imperfecciones y negatividades inherentes a todo ser humano, pues, como decíamos anteriormente debe dominar el buen rollo, lo agradable, lo placentero, el disfrute, en definitiva borrar toda negatividad.

Esta crisis de la fantasía, de la imaginación, del Eros, explicaría, para Han, la crisis del arte y la literatura, e incluso de la política entendida como acción común, como un nosotros que actúa con desprendimiento y valentía, valores contrapuestos a la sociedad del deseo, de sujetos buscadores del rendimiento aislados en sí mismos. Para él hay un vínculo secreto entre Eros y política, pues una vida consagrada a un ideal no se aleja de la intensidad propia del amor.

Es más, resulta muy interesante la tesis final de Byung de que sin Eros , sin haber sido amigo o amante, el pensamiento pierde vitalidad e inquietud, deja de lanzarse a lo no transitado, para amoldarse a lo existente o seguir los caminos trillados.

La agonía del Eros nos puede servir para entender la aparente paradoja de como el erotismo agoniza en una sociedad en la que se imponen modas en el vestir donde se muestra casi todo a la vista, desde los pechos hasta el culo-nos referimos, por ejemplo, a la moda veraniega de los minipantalones que dejan visible una parte del trasero-. Para el autor el éxito de esta manera de vestir probablemente representaría el triunfo de la sociedad de la hipervisibilidad, del escaparate, de la exposición, pero no del Eros, lo que podemos intuir en el rechazo a la mirada discreta, sin más, que observamos  cada vez más en esta sociedad sexualidad en sus formas, en su apariencia.

 Y si a la sexualización, que no erotización, le sumamos, en nuestro país, la creciente campaña contra los malos tratos en la pareja basada en criminalizar a los hombres y en alentar la denuncia, nos encontramos con que, realmente, podríamos hablar de una agonía del Eros profundizada por  una ruptura cada vez más grande de las relaciones entre hombres y mujeres, dominadas crecientemente por la desconfianza. ¿A dónde nos dirigimos realmente?


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